Los Estados del Golfo pueden catalizar la expansión comercial en Oriente Medio y Norte de África y la integración de esta región en el sistema internacional de comercio

En las dos últimas décadas, la geografía económica y el comercio mundial han dado un drástico giro hacia las economías emergentes de Asia. No obstante, la región de Oriente Medio y Norte de África (OMNA) ha tenido un papel menor; en 2022, representó solo el 7,4% del comercio total. El comercio de la región se caracteriza por una concentración relativamente elevada de las exportaciones en una escasa gama de productos o socios comerciales, una complejidad económica limitada y una baja participación en las cadenas internacionales de valor.

Aun así, los países dependientes de materias primas de la región de OMNA han logrado avances sustanciales, concretamente en la diversificación del comercio, como se desprende del Índice mundial de diversificación económica. Este índice hace un seguimiento del grado de diversificación económica desde un ángulo multidimensional, que abarca la actividad económica, el comercio internacional y los ingresos públicos.

El comercio total de mercancías en la región de OMNA, en porcentaje del PIB (un indicador del grado de apertura), fue de 65,5% en 2021, señal de que se trata de una economía regional relativamente abierta. Sin embargo, como se observa en el gráfico 1, el comercio intrarregional es escaso y representa solo el 17,8% del comercio total y el 18,5% de las exportaciones totales, pese a compartir idioma y cultura, además de proximidad geográfica.Los seis países exportadores de petróleo del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) —Arabia Saudita, Bahrein, Omán, Qatar, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos— acumulan la mayor parte del comercio intrarregional.

Su predominio sobre el comercio intrarregional indica que los países del Golfo podrían actuar como catalizadores de la integración comercial regional y ayudar a reducir las barreras comerciales, mejorar la infraestructura comercial y diversificar las economías de la región. Una mayor integración de países de Oriente Medio no pertenecientes al CCG con el Consejo generará un mayor volumen de comercio intrarregional y aumentará la integración mundial (a través de los actuales vínculos internacionales del CCG y la participación en las cadenas mundiales de valor). Ante la creciente integración económica mundial de los países del CCG y su esfuerzo concertado para apoyar a los demás países de la región (ampliando los acuerdos comerciales y de inversión con Egipto e Iraq, por ejemplo), estos pueden actuar de intermediarios para favorecer la integración del resto de la región en el comercio mundial.

Los rezagados de la región

¿Por qué los países no pertenecientes al CCG han quedado rezagados en el comercio intrarregional? En parte se debe a los múltiples acuerdos comerciales (y de inversión) regionales de Oriente Medio y Norte de África. La proporción de exportaciones al grupo dentro de la región árabe, excluido el CCG, se ha mantenido por debajo del 2% de los flujos comerciales, en parte como consecuencia de la fragmentación, la violencia y las guerras que asolan la región desde mediados de la década de 1990 y tras la Primavera Árabe de 2011. La región comprende un grupo de países con significativas discrepancias políticas, lo cual se refleja también en la estructura del comercio. Por ejemplo, los países del Magreb en el Norte de África han estado más orientados a Europa, y estos vínculos se han visto reforzados por acuerdos y el programa regional Euro-Med.

Uno de los factores que han contribuido al estancamiento del comercio intrarregional es la falta de crecimiento en el comercio de servicios, que en la región de Oriente Medio y Norte de África ha oscilado entre el 4% y el 6% del comercio mundial de servicios en los últimos veinte años. Esto no es nada si se compara con la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos, que representa más de dos tercios del comercio mundial de servicios. Dentro de la región de OMNA, el CCG acapara el grueso del comercio de servicios, en especial en sectores de valor agregado relativamente bajo, como los viajes (y el turismo) y el transporte. El comercio de servicios se ve frenado por las políticas restrictivas que limitan la entrada a sectores dominados por las empresas estatales, como las telecomunicaciones, o que imponen tasas y requisitos de licencia elevados, en especial en los servicios profesionales y de transporte.

Tales políticas restrictivas, sumadas a las deficiencias estructurales, entorpecen el comercio tanto regional como internacional de los países de la región de OMNA.

Estos países vienen aplicando medidas no arancelarias cada vez más restrictivas y en mayor número que las demás regiones. Entre los años 2000 y 2020, estas casi se duplicaron. La inexistencia de estándares uniformes y de armonización, la omnipresente burocracia y la corrupción exacerban los efectos de estas barreras. Entre las barreras a la actividad empresarial y la inversión destacan los largos trámites para obtener licencias, la complejidad de las regulaciones y la falta de transparencia de los procedimientos de licitación y contratación.

El desempeño de la región de OMNA en cuanto a medidas de facilitación del comercio para agilizar la circulación de mercancías en las fronteras y reducir los costos comerciales generales es insuficiente, aunque existen amplias disparidades entre los países de la región. La calidad de la infraestructura relacionada con el comercio y el transporte es significativamente inferior en los países de la región de OMNA que no pertenecen al CCG. Además, los retrasos en los puertos se traducen en "tiempos de estancia" excesivos (retrasos de más de 12 días) para los bienes de importación en algunos países de la región de OMNA. En Argelia y Túnez, el retraso promedio es de unos 20 días, mientras que en los Emiratos Árabes Unidos no alcanza los cinco días (uno de los tres países con mejores resultados del mundo).

Eliminar las barreras

Superar estos impedimentos y poder así ampliar el comercio en la región requiere eliminar las barreras al comercio y la inversión, diversificar las economías de la región y mejorar la infraestructura.

La adopción de una nueva generación de acuerdos comerciales que incluyan los servicios con uso más intensivo de conocimientos no solo respaldaría las políticas de diversificación de las exportaciones, sino que también contribuiría a cerrar las brechas de género, mejorar el empoderamiento económico de las mujeres y, en consecuencia, generar un crecimiento económico y una integración más inclusivos.

La pandemia ha subrayado la necesidad de diversificar el comercio (en cuanto socios y productos) y crear nuevas cadenas de suministro. Aunque el comercio de petróleo del CCG mantiene su predominio, los países han adoptado varias políticas y reformas estructurales, como el incremento de la movilidad de la mano de obra y la apertura de mercados de capital transfronterizos, con el objetivo de diversificarse y no depender tanto de los combustibles fósiles y los ingresos asociados. Esto ha dado lugar a una diversificación tanto de la producción (por ejemplo, mayor importancia de las manufacturas) como de los productos de exportación (por ejemplo, aumento de la exportación de servicios), unida a un claro desplazamiento de los patrones del comercio hacia Asia, en detrimento de Estados Unidos y Europa. Más recientemente, en el contexto de la seguridad alimentaria, la guerra en Ucrania ha puesto de relieve todavía más la grave situación que atraviesan los países importadores de alimentos de Oriente Medio. (Ucrania y Rusia acumularon un tercio de las exportaciones mundiales de trigo; Líbano y Túnez importaban casi el 50% del trigo de Ucrania).

El subíndice de comercio del Índice mundial de diversificación económica muestra que los países dependientes de materias primas con una mejora de resultados más sustancial han reducido su dependencia de las exportaciones de combustibles, han reducido la concentración de exportaciones o han registrado grandes cambios en la composición de estas. Ejemplo de esto último es la mayor atención que Arabia Saudita presta a las exportaciones de media y alta tecnología, cuya proporción en el total de exportaciones manufactureras se elevó hasta casi 60% antes de la COVID, frente a menos del 20% en el año 2000. En conjunto, la región de OMNA ha logrado avances en materia de diversificación, como se observa en el gráfico 2.

 

El reciente incremento de los precios de las materias primas ha beneficiado a los países del CCG, pero la pandemia dio nuevo impulso a las estrategias de diversificación hacia nuevos sectores, como la creación de zonas francas y zonas económicas especiales. Estas políticas abarcan desde la atracción de inversión (por ejemplo, inversión extranjera directa) hasta manufacturas de alta tecnología y valor agregado, la inversión en sectores nuevos (energías renovables, tecnofinanzas, inteligencia artificial) y la apertura de mercados a nuevos inversionistas e inversiones (como demuestra el último aluvión de salidas a bolsa en los sectores petrolero y no petrolero). Estas reformas ayudan a ampliar los mercados (dentro de la región de OMNA y hacia África, Europa y Asia meridional), mientras que sectores prometedores como la energía renovable y la tecnoagricultura ofrecen vías sostenibles para ampliar los márgenes extensivo e intensivo del comercio y generar nuevas oportunidades laborales.

Dato: 7,4% es el porcentaje de la región de OMNA en el comercio mundial.

Motor de integración regional

Para obtener todos los beneficios posibles de la integración del comercio regional es necesario reformar las políticas comerciales para eliminar las barreras; entre ellas, las medidas no arancelarias restrictivas, la compleja regulación, la corrupción y los obstáculos logísticos.

Integrar la infraestructura comercial de la región de OMNA (puertos, aeropuertos, logística) con el CCG reduciría costos y facilitaría el comercio intrarregional, propiciando una mayor integración regional y generando beneficios comerciales para todos los participantes. El CCG puede liderar la integración y transformación económicas de la región con inversiones en infraestructura material e infraestructura y logística de carácter comercial, además de crear una red eléctrica integrada para el CCG que, utilizando energía renovable, podría extenderse incluso hasta Europa, Pakistán e India.

Los países del CCG tienen la posibilidad de beneficiarse del desacoplamiento y la fragmentación mundial gracias a su declarada estrategia en favor de la globalización como grupo regional, a través de nuevos acuerdos comerciales y de inversión, y con ayuda externa e inversión directa y de cartera. El actual distanciamiento de conflictos regionales de larga data en Israel, la Ribera Occidental y Gaza, Yemen, la República Islámica de Irán, Libia y otros países, unido al establecimiento de nuevos vínculos (apertura diplomática, como los Acuerdos de Abraham), reduce los riesgos geopolíticos asociados al fomento del comercio y la inversión en la región. El CCG puede tomarlo como una oportunidad para convertir la región de OMNA en un centro de comercio e inversión interdependiente. Las nuevas y aceleradas negociaciones del CCG en materia de libre comercio con los principales socios de la región de OMNA, incluidos Egipto y Jordania, y de Asia, incluidos China y Corea del Sur, podrían convertirse en el pilar fundamental de esta transformación. Los Emiratos Árabes Unidos ya han suscrito exhaustivos acuerdos de asociación económica con India, Indonesia y Türkiye en materia de servicios, inversión y aspectos normativos del comercio.

Existen dos estrategias complementarias para seguir avanzando. La primera consiste en implementar el Mercado Común del CCG, invertir en comercio digital, reducir las barreras arancelarias y no arancelarias, y rebajar las restricciones al comercio de servicios, todo ello junto a reformas para facilitar la movilidad de la mano de obra y mejorar los vínculos entre los mercados financieros y de capital. La segunda es que el CCG desarrolle nuevos acuerdos comerciales de gran calado con los otros países de la región de OMNA, yendo más allá del comercio internacional para abarcar acuerdos sobre medidas no arancelarias, inversión directa, comercio y servicios electrónicos, normas laborales, tributación, competencia, derechos de propiedad intelectual, clima, medio ambiente y contratación pública (incluidos los megaproyectos). Los países del CCG, que tradicionalmente han recurrido a la ayuda externa y humanitaria para respaldar a los Estados de la región de OMNA, deben optar por políticas de "ayuda para el comercio" a fin de respaldar la implementación por los socios de reformas para impulsar el comercio y reducir las barreras a la actividad empresarial y la inversión, mejorar la infraestructura logística y facilitar la circulación de mercancías.

NASSER SAIDI es el presidente de Nasser Saidi and Associates. Anteriormente fue economista principal en el Centro Financiero Internacional de Dubai, ministro de Economía del Líbano y vicegobernador del Banco Central del Líbano.

AATHIRA PRASAD es directora de Macroeconomía en Nasser Saidi and Associates.

Las opiniones expresadas en artículos y otros materiales pertenecen a los autores; no reflejan necesariamente la política del FMI.

Los autores y su equipo crearon el Índice de diversificación económica para la Escuela de Administración Pública Mohammed Bin Rashid de Dubai con el objetivo de medir la diversificación económica comparativa de los productores y exportadores de materias primas únicamente a partir de medidas cuantitativas. Para más información, visite https://economicdiversification.com