Un entorno normativo más favorable traerá a Oriente Medio más inversión e innovación en el ámbito de las finanzas digitales

En Oriente Medio y el Norte de África encontramos una población joven, educada y en crecimiento, además de unas de las tasas más altas del mundo de penetración de la telefonía móvil, Internet y los teléfonos inteligentes, todo lo cual constituye un terreno fértil para la innovación financiera. Pero la región está rezagada en cuanto al uso de la banca digital y la adopción de las tecnofinanzas. Para aprovechar esta enorme oportunidad, se han de superar importantes retos, entre ellos el concepto protector de la regulación. Los enfoques normativos difieren de un país a otro, pero en general esta región alberga el mayor potencial de reforma entre las economías emergentes y en desarrollo, especialmente en materia de finanzas nacionales, mercado laboral y normas de gobierno. Los países de Oriente Medio que deseen diversificar sus economías involucrando al sector privado, reduciendo el papel del sector público, ampliando el acceso a servicios financieros y acelerando la inversión extranjera directa tienen que recurrir necesariamente a la innovación financiera.

 

El mundo árabe cuenta con una notable ventaja demográfica. Un tercio de la población tiene menos de 30 años, y el paso masivo a la edad adulta al que asistiremos en la próxima década requerirá la expansión de productos y servicios para atender a los nuevos hogares. Muchos de ellos serán hogares con dos ingresos, conforme más mujeres se vayan incorporando a la fuerza de trabajo. Este cambio demográfico exige también una diversificación económica y un crecimiento que estimulen la creación de empleo. Estas necesidades subyacen al compromiso de muchos gobiernos regionales, especialmente los de la región del Golfo, con la transformación económica. Cada vez es más posible que se produzca un dividendo demográfico en varias economías, especialmente las grandes economías de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, y sus efectos indirectos podrían ayudar a otros a prosperar. Como hemos visto en otros mercados emergentes, las tecnofinanzas han aumentado la inclusión financiera, un factor clave que genera y acelera el crecimiento económico.

 

La adopción de la tecnología móvil le confiere a la región un gran potencial como mercado de productos financieros digitales, especialmente entre los jóvenes, que han crecido con la tecnología digital. Un claro indicio de la pujante demanda es la aceleración de los pagos no realizados en efectivo durante la pandemia de COVID-19. En los Emiratos Árabes Unidos, los pagos no realizados en efectivo (una categoría que incluye los pagos sin tarjeta) aumentaron de 39% en 2018 a 73% en 2023.

 

Aun así, solo el 17% de los consumidores de Oriente Medio utiliza la banca digital, frente a casi el 60% en Estados Unidos. Se espera que los ingresos de las tecnofinanzas aumenten de los USD 1.500 millones en 2022 a entre USD 3.500 millones y 4.500 millones en 2025 en la región de Oriente Medio, Norte de África y Pakistán, conforme las tecnofinanzas en el sector bancario crecen de menos de 1% a entre 2% y 2,5%. Algunos países de Oriente Medio podrían incluso alcanzar tasas iguales a las de otras economías de mercados emergentes, como las de 5%-7% de Brasil y de 12%-15% de Nigeria.

 

Un terreno sagrado

 

Uno de los mayores obstáculos para la innovación financiera en Oriente Medio es la tradición regional de considerar al sector financiero como un terreno sagrado. En la mayoría de los países, las instituciones bancarias pertenecen mayormente al gobierno, a instituciones semipúblicas o a élites bien conectadas. Los regímenes reguladores excesivamente protectores favorecen a los operadores tradicionales y dan lugar a líderes nacionales muy arraigados.

 

Los bancos de los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), que cuentan con sólidos balances respaldados por la generosidad de los gobiernos, han mostrado mucho interés en expandirse. Pero, ante la escasez de oportunidades en los mercados del Golfo, se han ido más lejos, a lugares como Turquía, más abiertos a las adquisiciones por parte de bancos extranjeros. Es poco probable que veamos pronto una consolidación transfronteriza entre los bancos de los países del CCG. Por ejemplo, es difícil imaginar que el Qatar National Bank obtenga la aprobación normativa para hacerse con una participación mayoritaria en un banco saudí o emiratí. Existe una incómoda tensión en el seno de los gobiernos entre el deseo de ampliar la innovación y la inclusión financieras y el de proteger a los preciados líderes bancarios locales. La arraigada dinámica del sector bancario hace que muchas nuevas empresas de tecnofinanzas de la región sean proveedores de servicios o herramientas de captación de clientes para las instituciones bancarias ya establecidas, en lugar de verdaderos competidores. La oportunidad de las tecnofinanzas debe verse bajo este prisma.

 

Centros competidores

 

Los países de Oriente Medio están cada vez más interesados en crear un ecosistema propicio para la innovación financiera, y varios de ellos intentan convertirse en centros tecnofinancieros, en particular Abu Dhabi, Bahrein, Dubai y Riad. A diferencia de Estados Unidos, donde el gobierno deja margen para la exploración y el crecimiento antes de intervenir, los gobiernos de Oriente Medio quieren estar en el centro de la innovación financiera para ejercer control. De ahí que el enfoque de la mayoría de los actores de las tecnofinanzas de la región sea jugar limpio con el gobierno en lugar de hacer caso a la sugerencia de Mark Zuckerberg de “moverse rápido y romper cosas”.

 

Se necesita revisar este planteamiento de fondo. Un proceso de arriba abajo, impulsado por el gobierno, en lugar de un enfoque de la innovación impulsado por la industria, no dará lugar a empresas de tecnofinanzas competitivas a nivel mundial ni atraerá a las mejores empresas tecnofinancieras para que comiencen a operar a nivel local.

 

Si bien hay que reconocer que la mitigación del riesgo y la protección de los consumidores son cuestiones importantes, estos factores no tienen por qué inhibir la innovación financiera. Las autoridades de la región deben adquirir los conocimientos y los recursos necesarios para regular de manera eficaz el sector de las tecnofinanzas. Permitir que las empresas tecnofinancieras se desarrollen sin estar excesivamente reguladas en las primeras etapas impulsará la innovación.

 

En los Emiratos Árabes Unidos, las tecnofinanzas se desarrollan principalmente en las zonas francas del Abu Dhabi Global Market y el Dubai International Financial Centre; Bahrein y Arabia Saudita, sin embargo, han adoptado un enfoque consolidado basado en los bancos centrales. Con su gran mercado, Arabia Saudita está en condiciones de ampliar la escala de las empresas tecnofinancieras mediante regulaciones propicias. Pero aunque cada ecosistema se centre principalmente en desarrollar su ventaja comparativa, es esencial mejorar la interconectividad y la interoperabilidad en esta región fragmentada.

 

La denominada escalabilidad del mercado seguirá siendo el principal reto para crear en estos centros regionales nuevas empresas de tecnofinanzas competitivas a nivel mundial. Aún no hemos visto surgir una cifra considerable de actores panregionales.

 

Dada la importancia del volumen en los servicios financieros, es difícil imaginar que el sector de las tecnofinanzas prospere en una región fragmentada. ¿Pueden Jordania o Bahrein repetir el éxito de Suecia con el sistema global de pagos y compras Klarna? Es muy poco probable. La escalabilidad en la región es muy costosa y las normativas son muy restrictivas. La mayoría de los fundadores dirán que no pueden alcanzar sus objetivos de crecimiento y desarrollar un modelo de negocio sostenible y rentable sin un enfoque regional y multimercado.

 

Peligra el ímpetu de las inversiones

 

La digitalización de los servicios financieros surgió de un mayor acceso a la tecnología a menor costo gracias a las innovaciones en la infraestructura digital, como la computación en la nube, y al acceso al capital de riesgo. Con la aparición de la inteligencia artificial (IA), las posibilidades de disrupción en sectores complejos es más realista que nunca. La IA allana aún más el terreno de juego para todas las nuevas empresas digitales, especialmente las de tecnofinanzas, que requieren un análisis sofisticado de conjuntos de datos complejos con una precisión casi perfecta debido a los riesgos que entrañan. Lo que antes era tecnológicamente difícil y prohibitivamente costoso para muchas empresas emergentes, ahora quizá sea posible gracias a los modelos lingüísticos de la IA.

 

Las tecnofinanzas han sido el sector dominante en materia de inversión de capital de riesgo durante los últimos tres años, y se espera que se mantenga a la cabeza. El financiamiento mediante capital de riesgo en el sector de las tecnofinanzas en la región de Oriente Medio y Norte de África aumentó hasta los USD 925 millones en 2022, frente a los USD 587 millones de 2021, lo que supone un incremento del 58%. El financiamiento en 2022 se produjo a través de 131 acuerdos, frente a los 124 acuerdos de 2021: las rondas de financiamiento son cada vez más grandes. La cuota del financiamiento mediante capital de riesgo del sector aumentó del 21% en 2021 al 29% en 2022.

 

Las empresas emergentes de pagos dominaron la oleada inicial de inversiones, algo que no resulta extraño en una región en la que las remesas y el comercio representan el grueso de la actividad económica. Más recientemente, en la región se ha financiado un conjunto más diversificado de empresas emergentes, entre las que se incluyen las empresas de “comprar ahora y pagar después” Tabby y Tamara, las de banca abierta Lean Technologies y Tarabut Gateway, las plataformas de préstamos para pequeñas y medianas empresas Lendo y Liwwa, y las de gestión patrimonial Sarwa y Thndr.

 

Sin embargo, el financiamiento mediante capital de riesgo no ha estado a la altura de las previsiones y el ímpetu podría estar menguando. En el primer trimestre de 2023, los acuerdos y el financiamiento en la región registraron los valores más bajos desde el inicio de la pandemia de COVID-19. Un informe de 2019 del Milken Institute predijo que, para 2022, 465 empresas de tecnofinanzas de Oriente Medio recaudarían más de USD 2.000 millones en financiamiento mediante capital de riesgo, en comparación con solo 30 nuevas empresas que recaudaron cerca de USD 80 millones en 2017. Parece evidente que, por todas las razones expuestas, la región no está aprovechando su potencial.

 

Se necesitan medidas de política

Pese a los desafíos, las autoridades reguladoras de la región reconocen el potencial de las tecnofinanzas para mejorar la inclusión financiera y el crecimiento económico y se han comprometido a crear un entorno normativo favorable. Los recientes anuncios de Arabia Saudita sobre su marco de banca abierta y la regulación de los pagos digitales de Egipto son pasos significativos en ese sentido.

Se necesitan varias medidas de política clave para que el sector de las tecnofinanzas desarrolle todo su potencial, sin perder de vista la necesidad de mitigar los riesgos y proteger a los clientes:

  • La igualdad de condiciones para los operadores tradicionales, los internacionales y las empresas emergentes dará lugar a empresas más dinámicas y competitivas a escala mundial. Permitir una competencia eficaz entre los operadores tradicionales impulsará el gasto en innovación y tecnologías de la información. Los operadores tradicionales se verán obligados a mejorar sus productos y servicios para conservar a sus clientes. El aumento de la competencia también impulsará las tan necesarias fusiones y adquisiciones entre los países de la región y dentro de un mismo país, facilitando la salida del capital de riesgo de las empresas emergentes que ya han prosperado y atrayendo capital para financiar nuevos proyectos en el sector.

     

     

  • La armonización de la normativa permitirá una ampliación del mercado más fácil y eficaz para todos los actores. Las empresas emergentes seguirán necesitando licencias y permisos, pero el aumento de la transparencia reguladora y la participación pública facilitarán la expansión geográfica. Otro paso positivo sería permitir a los operadores con licencia de un país operar libremente en otro. Los acuerdos entre los reguladores de los distintos centros regionales permitirían a las empresas emergentes expandirse geográficamente sin mayores obstáculos. Lo más importante es reconocer que el crecimiento regional no es un juego de suma cero, sino que beneficia a todos.

  • La democratización del acceso a la información es la clave de un sector tecnofinanciero innovador. Una normativa sobre la banca abierta y registros de crédito exhaustivos de los posibles prestatarios reducirán los costos y fomentarán una mayor competencia en productos y servicios entre un conjunto más amplio de empresas.

  • Es necesario incrementar el número de inversionistas en capital de riesgo local. En Oriente Medio y Norte de África, el financiamiento mediante capital de riesgo disminuyó un 13% en 2023; el número de operaciones se redujo un 55%. La región ha dependido considerablemente de los fondos internacionales para colmar los déficits en las grandes rondas de capital de riesgo. Si se excluyen los fondos soberanos de inversión y las entidades semipúblicas, el número de actores locales con capacidad para financiar las grandes rondas de financiamiento necesarias para transformar y ampliar la escala de las empresas emergentes que permitan la competencia regional y mundial es limitado. No hay suficientes socios comanditarios internacionales en la región para sostener el sector de capital de riesgo sin apoyo gubernamental. Es esencial contar con un grupo de socios comanditarios activo, diverso y amplio. El ecosistema necesita inversionistas institucionales locales e internacionales, como fondos de pensiones, dotaciones, fundaciones, compañías de seguros y gestores de activos. Los programas de garantías e incentivos atraerán a estos inversionistas.

     

  • El desarrollo del capital humano y la inmigración deben ser temas prioritarios de los programas de políticas. Se necesitan profesionales financieros sólidos para crear nuevas empresas innovadoras y un entorno normativo favorable. En Oriente Medio resulta difícil encontrar personas cualificadas en cuestiones financieras y tecnológicas complejas. La región necesita una estrategia de tres frentes: fomentar el talento nacional mediante una reforma enérgica del sistema educativo centrada en la adaptación del talento a las industrias del conocimiento; explorar iniciativas para mejorar la mano de obra actual mediante asociaciones público-privadas, programas específicos e incentivos al sector privado; y poner en marcha programas de visados permanentes a largo plazo y una vía hacia la obtención de la ciudadanía, especialmente para los profesionales expatriados con talento que ya se encuentran en la región.

El mundo ha sido testigo de la naturaleza transformadora de las tecnofinanzas y de su impacto positivo en la inclusión financiera, el crecimiento económico, el bienestar de los consumidores y la inversión y el comercio transfronterizos en las economías desarrolladas y en desarrollo. Los gobiernos deben aprovechar el momento y aplicar las reformas necesarias para impulsar la verdadera innovación de las tecnofinanzas en la región.

AMJAD AHMAD es presidente de la iniciativa empowerME del Atlantic Council y socio gerente y asesor sobre mercados emergentes y Oriente Medio y Norte de África en  500 Global.

Las opiniones expresadas en artículos y otros materiales pertenecen a los autores; no reflejan necesariamente la política del FMI.