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El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, sostiene que las soluciones a largo plazo para los refugiados van más allá de la ayuda humanitaria

LA ESTABILIDAD FINANCIERA NO ES solo gestionar la inflación, las tasas de empleo y el gasto; también consiste en comprender cómo estos factores afectan a las personas en diferentes lugares y circunstancias. En una entrevista con Bruce Edwards de F&D, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, analiza cómo las alianzas estratégicas entre las entidades humanitarias y los economistas pueden apoyar a millones de personas desplazadas a la fuerza y apuntalar la recuperación económica.

F&D: ¿Cuál es la situación de los refugiados a escala mundial, y cómo se explica el fuerte aumento observado sobre todo en la última década?

FG: El aumento es muy perceptible. Hace 10 años, la población mundial de personas desplazadas a la fuerza, incluidos refugiados, era de aproximadamente 40 millones. Ahora es de 103 millones y está en aumento. Para mí esto denota un fracaso del mundo contemporáneo en la búsqueda de la paz. La multiplicación de los conflictos es el principal factor detrás de los desplazamientos de personas. Claro que esto debe situarse dentro de un contexto más amplio que también tenga en cuenta otros factores económicos, desigualdades, factores demográficos y el cambio climático. Todo esto contribuye a que los movimientos de personas sean cada vez más complejos.

Mi organización, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), tiene el mandato específico de proteger a los refugiados y procurar solucionar la situación de la gente que huye de la violencia, la guerra o la persecución. Hemos estado ayudando cada vez más a personas desplazadas internamente, es decir, que huyen dentro de su propio país, sin cruzar fronteras.

F&D: ¿Cómo decide ACNUR dónde centrar su atención y sus recursos en un momento dado?

FG: Aportamos nuestros conocimientos especializados donde puedan ser de mayor utilidad. No solo en las situaciones típicas de refugiados, como en Ucrania, y situaciones prolongadas, como las de los refugiados afganos y sirios, sino también donde la confluencia de varias causas da lugar a movimientos demográficos. Por ejemplo, los muchos lugares del mundo donde el cambio climático se suma a conflictos, agravando las tensiones existentes y produciendo más desplazamientos, como en el Cuerno de África o el Sahel, partes de América Central y Asia meridional.

No olvidemos que esos mismos desplazamientos pueden incidir negativamente en la naturaleza. Pensemos en la deforestación o el agotamiento de recursos hídricos que ocurre cuando se producen grandes movimientos de personas. Aquí es donde nosotros y el FMI podemos ayudar a los gobiernos a formular políticas para abordar los desplazamientos.

Nuestra organización trabaja con 137 países y tiene una fuerza de trabajo de 20.000 personas. Trabajamos con muchos socios, incluidas ONG locales e internacionales, otros organismos de las Naciones Unidas, e instituciones financieras y de desarrollo. En el último par de años hemos gastado alrededor de USD 6.000 millones, financiados casi en su totalidad de forma voluntaria. Es difícil encontrar esos fondos en un mundo en el que la competencia por los recursos es muy intensa. Lo que queremos es atender esta creciente demanda por medio de otras alianzas, no solo organismos estrictamente humanitarios sino también del sector del desarrollo.

F&D: ¿En qué medida colabora normalmente el Comisionado con las instituciones financieras?

FG: Es un ámbito en el que la cooperación está en aumento. En 2018, las Naciones Unidas establecieron dos pactos, uno sobre los refugiados y otro sobre la migración segura y ordenada. Son dos cuestiones diferentes, pero que a menudo se entrecruzan. El ACNUR se encarga de custodiar el pacto sobre los refugiados, que es una batería de herramientas que permite a los Estados, en particular, abordar el fenómeno de los refugiados. El pacto propone que, en adelante, en especial en situaciones importantes de refugiados, las mejores respuestas no son simplemente humanitarias. Siempre se van a necesitar alimentos, medicinas, refugio y atención inmediata para la gente que huye de forma masiva. Pero pronto hay que empezar a pensar en necesidades a mediano y más largo plazo, como por ejemplo educación, atención adecuada de la salud y medios de subsistencia. La asistencia humanitaria no es necesariamente la más idónea para atender las necesidades a largo plazo, y de ahí nuestro interés en asociarnos con organizaciones de desarrollo.

Hemos dado pasos importantes con el Banco Mundial. Hace unos pocos años esa organización estableció instrumentos financieros dentro de la plataforma de la Asociación Internacional de Fomento para países de ingreso bajo y, por otro lado, para países de ingreso mediano con el fin de ayudarlos a acoger grandes cantidades de refugiados. La idea es que nosotros trabajemos en paralelo con el Banco Mundial para abordar, por ejemplo, cuestiones como la incorporación de refugiados en los sistemas de educación y salud y la mejora de los medios de vida, las oportunidades económicas y el apoyo general a las comunidades que acogen refugiados.

También trabajamos con organismos bilaterales de desarrollo y otros bancos regionales. El FMI es diferente, claro, por su naturaleza, pero se está convirtiendo en un interlocutor de importancia para estas iniciativas. En tal sentido, tenemos un funcionario adscrito en el FMI para que brinde asesoramiento sobre cómo incorporar en sus labores las cuestiones relacionadas con los desplazamientos forzados.

F&D: ¿Cuán vulnerables son las operaciones de ACNUR a tendencias mundiales, como la fuerte inflación?

FG: Hay tres factores que nos hacen vulnerables. En primer lugar, la inflación implica costos más altos. Desde el punto de vista de la logística de seguridad, nuestras operaciones son muy costosas en lugares como Afganistán y el noroeste de Siria. El segundo factor es que, si bien la ayuda humanitaria ha estado aumentando a escala mundial, no lo ha hecho al ritmo en que aumentan las necesidades.

El tercer y más importante factor es que, con el aumento de las presiones y los riesgos económicos, las poblaciones desplazadas —la gente para la que trabajamos— y las comunidades de acogida se tornan más frágiles y necesitan más ayuda. En muchos países, el gran número de refugiados tiene un impacto macroeconómico. Nos gustaría que el FMI incorporara este aspecto en su trabajo en los países que acogen refugiados para que nos ayude a reforzar el argumento de que los refugiados aportan grandes ventajas económicas a las economías y las sociedades.

F&D: ¿Cómo realiza su trabajo en países en los que el entorno es sumamente complicado?

FG: Ayudamos a personas vulnerables, que a veces se encuentran en situaciones extremadamente frágiles. Por ejemplo, en países o territorios que están controlados por entidades no reconocidas por la comunidad internacional, como Afganistán, o en países a los que se les han impuesto sanciones, que hacen que nuestro trabajo sea más complejo.

Lo que comunicamos a nuestros interlocutores y donantes es que debemos estar presentes ahí. No para reconocer o avalar un gobierno o una institución. Estamos ahí para ayudar a la gente, y eso implica que debemos interactuar con todas las entidades y los gobiernos, sin importar su postura política internacional. A veces es difícil incluso obtener recursos financieros en el terreno, pero hay mecanismos que lo posibilitan. En Afganistán, por ejemplo, gracias a ciertas exenciones adecuadas de las sanciones pudimos recibir recursos suficientes para llevar a cabo operaciones humanitarias indispensables para la supervivencia de millones de personas.

F&D: Ha trabajado en algunos de los lugares más difíciles del mundo. ¿Como llegó a este cargo?

FG: He estado trabajando en esto casi 40 años. Cuando empecé como voluntario en Tailandia era muy joven. Era aún la época de la Guerra Fría, y Tailandia era una de las fronteras de esa guerra, por lo que había refugiados de países de Indochina. Trabajé como voluntario para una ONG, y ahí empezó todo. No diría que por casualidad. Siempre estuve interesado en el trabajo internacional y en hacer algo útil para la gente; con algo de voluntad y algo de suerte esos dos intereses personales confluyeron.

Esta entrevista, basada en un pódcast del 23 de marzo de 2023, ha sido editada para efectos de brevedad y claridad.

 

BRUCE EDWARDS integra el equipo de Finanzas y Desarrollo.

Las opiniones expresadas en artículos y otros materiales pertenecen a los autores; no reflejan necesariamente la política del FMI.