Informe sobre la estabilidad financiera mundial

Informe sobre la estabilidad financiera mundial, abril de 2020

abril de 2020

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Resumen Ejecutivo

La pandemia del coronavirus (COVID-19) presenta un desafío histórico. A mediados de febrero, cuando los participantes en los mercados empezaron a temer que el brote se pudiera convertir en una pandemia mundial, los precios de las acciones cayeron bruscamente, desde niveles que antes estaban sobredimensionados. En los mercados de crédito, los diferenciales se dispararon, especialmente en segmentos riesgosos como los bonos de alta rentabilidad, los préstamos apalancados y la deuda privada, donde las emisiones se redujeron drásticamente. Los precios del petróleo se desplomaron ante el debilitamiento de la demanda mundial y la incapacidad de los países de la OPEP+ de llegar a un acuerdo sobre recortes de la producción, lo que añadió un nuevo elemento al deterioro del apetito por el riesgo. Esta volatilidad de las condiciones del mercado condujo a una fuga hacia activos de calidad, lo que provocó que los rendimientos de los bonos de refugio seguro disminuyeran de manera abrupta.

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Capítulo 2

Los segmentos de mayor riesgo de los mercados de crédito empresarial se han expandido rápidamente desde la crisis financiera mundial. Las instituciones financieras no bancarias han adquirido un papel más protagónico, y el sistema se ha tornado más complejo y opaco. En este capítulo se traza un esquema del ecosistema financiero de estos mercados y se identifican posibles puntos de vulnerabilidad, como los prestatarios de menor calidad crediticia, las condiciones de concesión de préstamos menos rigurosas, los riesgos de liquidez en los fondos de inversión y el aumento de las interconexiones. Algo positivo es que han disminuido tanto el uso del apalancamiento financiero por parte de los inversionistas como las exposiciones directas de los bancos, dos factores que actuaron como amplificadores cruciales durante la crisis financiera mundial. Los riesgos de reembolsos masivos han aminorado en ciertos segmentos debido a la preponderancia de capital cautivo en los mercados de deuda privada y de títulos con garantía sobre préstamos (CLO, por sus siglas en inglés). En un escenario ilustrativo con condiciones muy adversas se estima que las pérdidas de los bancos por exposiciones en segmentos de crédito de mayor riesgo son manejables, en términos agregados, aunque las pérdidas en unos pocos bancos de gran tamaño podrían ser sustanciales. No obstante, las pérdidas en las instituciones financieras no bancarias podrían ser elevadas. Dado el papel reducido que ahora desempeñan los bancos, esto podría entorpecer el suministro de crédito en estos mercados y hacer más severa la recesión. La crisis del coronavirus (COVID-19), que hasta finales de marzo había provocado caídas de precios en los segmentos más riesgosos de los mercados de crédito equivalentes a aproximadamente dos tercios de las sufridas en la crisis financiera mundial (una porción de esas caídas se revirtió después de marzo), podría dejar aún más expuestas las vulnerabilidades señaladas en este capítulo. Las autoridades deben actuar con determinación ahora para atajar las secuelas económicas de la COVID-19 y facilitar el flujo de crédito a las empresas. Una vez superada la crisis, deben evaluar las fuentes de desajustes en los mercados y abordar las vulnerabilidades que este episodio ha dejado al descubierto.

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Capítulo 3

El vuelco drástico sufrido por los flujos de cartera hacia los mercados emergentes tras la propagación mundial de la pandemia de COVID-19 pone de relieve la dificultad de controlar los flujos de cartera volátiles y los riesgos que pueden acarrear para la estabilidad financiera. Un prolongado período de tasas de interés a niveles bajos ha alentado tanto a prestatarios como a prestamistas a asumir más riesgos. El incremento de inversiones de cartera en mercados de activos más riesgosos contribuyó a la acumulación de la deuda y, en algunos casos, a valoraciones exageradas. Este capítulo cuantifica la sensibilidad de diferentes tipos de flujos de cartera y del correspondiente costo de financiamiento a factores internacionales y nacionales en épocas «normales» y en períodos de escasez o abundancia de flujos. El análisis hace pensar que tanto los flujos de renta fija como los de renta variable son mucho más sensibles a las condiciones financieras internacionales durante períodos en los cuales los flujos son extremos, en comparación con las épocas de normalidad, y que factores económicos nacionales pueden influir ligeramente más en el caso de los flujos de renta variable y de renta fija en moneda nacional. Además, una mayor participación de inversionistas extranjeros en mercados de renta fija en moneda nacional que carecen de suficiente liquidez puede agudizar en gran medida la volatilidad de los rendimientos de esos instrumentos. Para hacer frente a las presiones inmediatas provocadas por la salida de capitales, corresponde usar reservas a fin de mitigar la excesiva volatilidad, desplegar medidas de control de los flujos de capital y prepararse para trastornos en el financiamiento externo a largo plazo.

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Capítulo 4

La rentabilidad ha sido un problema persistente para los bancos en varias economías avanzadas desde la crisis financiera mundial. Si bien la política monetaria acomodaticia ha ayudado a sustentar el crecimiento económico durante este período y ha apuntalado en cierta medida los beneficios de los bancos, los niveles extremadamente bajos de las tasas de interés han comprimido los márgenes financieros netos de los bancos (la diferencia entre los intereses devengados por los activos y los intereses que se pagan por los pasivos). Más allá de los desafíos inmediatos a los que se enfrentan los bancos como consecuencia del brote del coronavirus (COVID-19), es probable que un período prolongado de tasas de interés bajas ejerza más presión sobre la rentabilidad de los bancos a mediano plazo. Según un ejercicio de simulación realizado con un grupo de nueve economías avanzadas, es posible que una proporción importante de sus sectores bancarios, medidos según los activos, no genere un nivel de beneficios que se sitúe por encima del costo de capital en 2025. Una vez que los problemas inmediatos se disipen, los bancos podrían tomar medidas para atenuar las presiones a las que están sometidos sus beneficios, como incrementar los ingresos por comisiones o reducir costos, pero quizá resulte difícil mitigar del todo las presiones sobre la rentabilidad. A mediano plazo, es posible que para recuperar los beneficios perdidos los bancos opten por asumir riesgos excesivos. De ser así, podrían acumularse vulnerabilidades en el sistema bancario, que sembrarían las semillas para problemas en el futuro. Hay una serie de políticas que las autoridades pueden adoptar para mitigar las vulnerabilidades que surgen de la asunción de riesgos excesivos y para garantizar un flujo adecuado de crédito a la economía, como por ejemplo eliminar los obstáculos estructurales para la consolidación bancaria, incorporar un escenario de tasas de interés bajas en las evaluaciones y la supervisión de riesgo que realizan los bancos, y usar políticas macroprudenciales para atenuar los factores que incentivan a los bancos a asumir riesgos excesivos.

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Capítulo 5

El aumento proyectado de la frecuencia y la gravedad de los desastres provocados por el cambio climático podría poner en peligro la estabilidad financiera. Como los mercados bursátiles son un segmento clave del sistema financiero mundial, proveen un entorno con abundancia de datos y son sensibles a los riesgos a largo plazo, constituyen terreno fértil para estudiar cómo el riesgo físico proyectado hacia el futuro afectará a los mercados e instituciones financieras. Un vistazo a los últimos 50 años revela un impacto generalmente leve de los grandes desastres naturales en los mercados bursátiles, las acciones de los bancos y las acciones de las compañías de seguros no de vida, aunque las características de cada país tienen importancia. El mayor desarrollo del sector de seguros y la mayor solidez financiera de los entes soberanos han contribuido a amortiguar los efectos negativos de los grandes desastres en los mercados bursátiles e instituciones financieras. Si bien las proyecciones de las variables climáticas y de su impacto están rodeadas de gran incertidumbre, las valoraciones bursátiles agregadas hasta 2019 no parecen reflejar las variaciones previstas en el riesgo físico bajo distintos escenarios de cambio climático. Eso lleva a pensar que los inversionistas en estos mercados quizá no estén prestando suficiente atención a los riesgos del cambio climático. Más allá de las medidas de mitigación y adaptación al cambio climático, las acciones encaminadas a promover el desarrollo del sector de seguros y afianzar la salud financiera de los entes soberanos serán decisivas para reducir los efectos perjudiciales de los desastres climáticos en la estabilidad financiera. Además, es necesario mejorar la medición y la divulgación de las exposiciones a los desastres climáticos para facilitar la valoración de los riesgos físicos vinculados al cambio climático.