[caption id="attachment_14309" align="alignleft" width="1024"] (foto: IMF Photo/Jeff Moore)[/caption]
Una lección duradera de la pandemia de COVID-19 es que la solución de la crisis sanitaria es una condición necesaria para lograr una recuperación económica duradera.
Nuestro estudio, publicado en la última edición de Perspectivas de la economía mundial, muestra que si bien cumplen con el objetivo de reducir las infecciones, los confinamientos instituidos por los gobiernos contribuyeron considerablemente a la recesión y tuvieron efectos desproporcionados en grupos vulnerables como las mujeres y los jóvenes. Sin embargo, la recesión se debió también en gran medida a las personas que se abstuvieron voluntariamente de la interacción social por miedo al contagio. Por ende, es poco probable que el desconfinamiento genere un estímulo económico contundente y sostenido si las infecciones aún son elevadas, ya que el distanciamiento social voluntario probablemente persistirá.
Con todo, el análisis muestra que se puede lograr un equilibrio entre proteger la salud pública y evitar una contracción económica prolongada. Los confinamientos acarrean costos a corto plazo pero pueden acelerar la recuperación económica ya que reducen las infecciones y, por ende, la magnitud del distanciamiento social voluntario. Examinar los efectos a mediano plazo de los confinamientos y la solidez de nuestras observaciones será un ámbito importante de estudio a medida que evolucione la pandemia y se reciban más datos.
La crisis económica y sanitaria desde la perspectiva de los datos en tiempo real
Analizamos los efectos económicos de los confinamientos y el distanciamiento social voluntario utilizando dos variables de gran frecuencia que son representativas de la actividad económica: datos sobre movilidad suministrados por Google y anuncios de vacantes laborales en el sitio web Indeed. Como lo ilustra el primer gráfico, en la muestra completa de 128 países utilizada en el análisis, los confinamientos y el distanciamiento social voluntario contribuyeron en igual medida a la disminución de la movilidad durante los tres primeros meses de la epidemia de un país. La contribución del distanciamiento social voluntario fue mayor en economías avanzadas, donde las personas pueden trabajar desde casa con más facilidad o incluso permitirse dejar de trabajar aprovechando el ahorro personal o las prestaciones de la seguridad social. Por el contrario, los habitantes de los países de bajo ingreso a menudo no pueden optar por el distanciamiento social voluntario porque no cuentan con los medios financieros para sobrellevar una pérdida pasajera del ingreso. El análisis de los datos sobre las vacantes de trabajo revela algo parecido: tanto los confinamientos como el distanciamiento social voluntario contribuyeron sustancialmente a la caída de la demanda de mano de obra.
La fuerte contribución del distanciamiento social voluntario a la reducción de la movilidad y los anuncios de empleo debería servir a las autoridades de advertencia contra el desconfinamiento mientras las infecciones son aún elevadas con la expectativa de reenergizar la actividad económica Abordar los riesgos sanitarios parece ser una condición necesaria para una recuperación económica vigorosa y sostenida.
En ese sentido, el análisis revela que los confinamientos pueden reducir sustancialmente las infecciones. Los efectos son particularmente marcados si los confinamientos se instituyen en las primeras etapas de la epidemia de un país. El segundo gráfico muestra que los países que adoptaron confinamientos cuando los casos de COVID-19 aún eran bajos experimentaron resultados epidemiológicos mucho mejores que los que intervinieron cuando el número de casos ya era elevado. El capítulo documenta también que los confinamientos deben ser suficientemente estrictos como para limitar las infecciones, lo cual hace pensar que quizá resulte preferible que sean rigurosos y breves, antes que leves y prolongados.
Su eficacia como método para reducir las infecciones, sumada a la determinación de que las infecciones pueden dañar considerablemente la actividad económica por la vía del distanciamiento social voluntario, exige replantear el relato predominante de que los confinamientos implican una disyuntiva entre salvar vidas y respaldar la economía. Esta caracterización de vidas en oposición a medios de vida hace caso omiso de la posibilidad de que las medidas de confinamiento adoptadas al comienzo de una epidemia aceleren la recuperación económica al contener el virus y reducir el distanciamiento social voluntario. Estos beneficios a mediano plazo pueden neutralizar los costos a corto plazo de los confinamientos, produciendo incluso quizás efectos globales positivos en la economía. Este importante aspecto merecerá más análisis a medida que la crisis evolucione y se reciban más datos.
El impacto de los confinamientos en los grupos vulnerables
El capítulo también contribuye al creciente número de estudios que muestran que la crisis está teniendo efectos desproporcionados en grupos más vulnerables. Los datos sobre movilidad suministrados por la empresa de telecomunicaciones Vodafone muestran que en Italia, Portugal y España las órdenes de aislamiento domiciliario y el cierre asociado de las escuelas redujo más la movilidad de la mujer que la del hombre. Este efecto se debe en gran medida a la carga desproporcionada que recae en la mujer en cuanto al cuidado de los niños, lo cual posiblemente le impida ir a trabajar, poniendo en peligro sus oportunidades de empleo.
Los datos de Vodafone también revelan que los confinamientos tienden a afectar más a los más jóvenes desde el punto de vista de la movilidad. El gráfico inferior muestra que las órdenes de aislamiento domiciliario produjeron una disminución más pronunciada de la movilidad de la gente de 18 a 24 y de 25 a 44 años de edad, que suelen tener niños más pequeños que cuidar cuando las escuelas están cerradas y a menudo tienen contratos de trabajo provisionales con más probabilidades de extinguirse durante una crisis. El impacto más profundo en estas poblaciones amenaza con agudizar la desigualdad intergeneracional.
Por lo tanto, se necesitan intervenciones focalizadas —como el fortalecimiento de las prestaciones por desempleo y el respaldo a la licencia remunerada para padres y madres— a fin de proteger a los grupos más vulnerables y evitar que la crisis conduzca a un aumento duradero de la desigualdad.