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La salida del gran confinamiento en Asia y Europa

[caption id="attachment_13397" align="alignleft" width="1024"] (foto: Shepherd Zhou/FeatureChina/Newscom)[/caption]

Por Changyong Rhee y Poul M. Thomsen

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Varios países de Asia y Europa, donde el brote de COVID-19 parece haber llegado a un pico, están reabriendo gradualmente sus economías. Al no existir una vacuna o un tratamiento eficaz, las autoridades tendrán que sopesar las ventajas de reanudar la actividad económica con el costo potencial de un repunte de las tasas de contagio. Se enfrentan a decisiones difíciles, en parte porque los costos de errar en un sentido o el otro podrían ser enormes.

Dada esta situación, las autoridades están optando por un proceso gradual y secuenciado de reapertura, en paralelo con la adopción de más medidas de prevención y contención. Si bien algunos países asiáticos ya han avanzado por esta vía con cierto éxito, los riesgos persisten, y en el caso de Europa pueden llegar a ser aún mayores. ¿Cómo se comparan las estrategias de desconfinamiento entre los países de Asia y Europa?

La pandemia de COVID-19 azotó primero a Asia. Se propagó rápidamente desde China a otros lugares de la región y aún no ha cedido en todos esos países. Hasta la fecha, más de 250.000 personas se han infectado en el sur y este de Asia y 9.700 han muerto, registrándose más del 85% de todos los contagios en China, Corea del Sur, India, Indonesia, Japón y Singapur.

Tras el confinamiento impuesto en China a fines de enero, y una campaña proactiva de contención con pruebas de detección, rastreo y aislamiento llevada a cabo en Corea, esos dos países registraron nuevos picos de infecciones en febrero, justo cuando la pandemia empezó cebarse en Europa. El número de casos confirmados de COVID-19 en Europa ha llegado ahora a 1,8 millones, es decir, casi la mitad del total mundial. El número de muertes se ubica en casi 160.000, de las más de 280.000 registradas en todo el mundo.

Impacto económico de las medidas de confinamiento

Para frenar la propagación del virus, la mayoría de los países de Europa y Asia dictaron estrictas normas de confinamiento, cuyo impacto económico ha quedado ahora en evidencia. El PIB de China cayó 36,6% en el primer trimestre de 2020, mientras que en Corea el producto se contrajo 5,5% (todas las tasas son anualizadas y desestacionalizadas). La diferencia en el impacto se debe al hecho de que China se enfrentó al brote primero y adoptó estrictas medidas de confinamiento, mientras que Corea mantuvo abierta la economía y puso en práctica una estrategia contención más focalizada (véase más adelante).

En Europa, el PIB sufrió una caída sin precedentes de 21,3% en Francia, 19,2% en España y 17,5% en Italia en el primer trimestre de 2020 (tasas también anualizadas y desestacionalizadas). El segundo trimestre habrá de ser aún peor.

Cómo está reiniciando Asia la actividad económica

Como las medidas de contención demostraron ser eficaces para frenar la epidemia, unos pocos países asiáticos ya han recorrido un buen trecho del camino hacia la reapertura económica.

En China, el número de nuevos contagios declarados se ha estabilizado en niveles muy bajos. Desde mediados de febrero, el gobierno ha venido reabriendo la economía de manera gradual y secuenciada. Ha priorizado sectores esenciales, industrias específicas, determinadas regiones y grupos de la población en función de continuas evaluaciones de riesgo. Al mismo tiempo, el gobierno ha estado impulsando la digitalización, los macrodatos y la tecnología para respaldar el seguimiento de contactos.

Algo crucial es que este esfuerzo se ha complementado con pruebas de detección a gran escala, incluido el inicio de controles aleatorios en determinadas provincias y un seguimiento sistemático mediante aplicaciones de telefonía móvil para rastrear rápidamente los contactos de cualquier nuevo caso positivo detectado. Estas iniciativas han estado acompañadas de restricciones a la movilidad y otras medidas de control sobre las personas infectadas y sus contactos. Hasta ahora, en China la reapertura se ha desarrollado sin que se registre una debilitante segunda ola de contagios, pero la situación podría todavía cambiar a medida que la actividad siga normalizándose.

Corea también se topó con el virus en una etapa temprana de la ola mundial, y puso en marcha una veloz y bien organizada campaña de contención, basada en pruebas de detección a gran escala, aislamiento obligatorio para los casos detectados y de riesgo, y el uso generalizado de la digitalización y la tecnología para el rastreo de contactos. Este esfuerzo se combinó con el cierre de escuelas e instalaciones públicas, directrices exhaustivas sobre el distanciamiento social y medidas de cuarentena para los viajeros.

Sin embargo, la movilidad interna y la actividad comercial nunca quedaron restringidas de forma masiva en Corea. Como resultado, la reactivación económica está avanzando gradualmente, y de manera más o menos automática conforme se van levantando las medidas distanciamiento social. Las autoridades han pasado a la aplicación de directrices menos estrictas para el «distanciamiento social cotidiano», que ordena a los ciudadanos quedarse en casa cuando se sientan mal, mantener la distancia personal, lavarse las manos con frecuencia, usar mascarillas y ventilar regularmente los espacios interiores.

Singapur también logró contener tempranamente el contagio siguiendo una estrategia similar a la de Corea, pero a comienzos de abril endureció las medidas de contención en respuesta a un nuevo brote.

La apertura gradual de Europa

Varios países europeos han anunciado planes para reabrir gradualmente sus economías y algunos ya han comenzado ese proceso. La cronología, la secuencia y el ritmo de los procesos previstos de desescalada difieren entre los países, en función de los diferentes etapas de avance de la epidemia pero también de preferencias nacionales (véase más adelante).

Por ejemplo, Dinamarca y Noruega han comenzado reabriendo las escuelas de niveles inferiores y los servicios, mientras que España ha levantado las restricciones para la industria manufacturera y la construcción, así como para algunas pequeñas empresas, incluido el comercio minorista, con las debidas medidas de seguridad. Alemania ha quitado las restricciones sobre las tiendas minoristas y está reabriendo gradualmente las escuelas, pero el proceso puede ser interrumpido si fuera necesario volver a introducir restricciones. Italia ha reabierto los sectores manufacturero y de la construcción (bajo estrictas normas de seguridad) y determinados tipos de pequeños comercios. Francia acaba de autorizar la reapertura de las escuelas primarias, las tiendas y la industria, en forma diferenciada a nivel regional, a partir del 11 de mayo.

Suecia se destaca por su enfoque singular y su decisión de no cerrar totalmente la actividad. Aún es demasiado pronto para saber si esta estrategia resultará ser más eficaz.

Todos los países contemplan usar medidas sanitarias y de distanciamiento social para mitigar el riesgo de una nueva ola de contagios, pero difieren en cuanto al tipo y la intensidad de tales medidas.

Las perspectivas del desconfinamiento en Asia y Europa

Si bien con estrategias diferentes, Europa parece estar reabriendo su economía más pronto que China dentro del ciclo de la epidemia. Además, la capacidad de Europa para realizar pruebas de detección a gran escala, rastreo de contactos y aislamiento de casos quizá esté a la altura de la observada en los mejores ejemplos de Asia, algo que obedece en parte a las rigurosas normas de privacidad. Por ejemplo, la Comisión Europea recomienda el uso de aplicaciones de localización, pero solo de modo voluntario. En consecuencia, Europa parece estar expuesta a más riesgo que algunos países asiáticos, incluida China, aunque ningún país puede con toda confianza cantar victoria frente al virus.

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