Credit: El colorido paseo peatonal del proyecto Paseo Bandera en el centro de Santiago. (foto: Kathia Tamanaha/iStock)

Fomentar el crecimiento en Chile exige prestar atención a la regulación empresarial

[caption id="attachment_10776" align="alignleft" width="1024"] El colorido paseo peatonal del proyecto Paseo Bandera en el centro de Santiago. (foto: Kathia Tamanaha/iStock) [/caption]

Por Metodij Hadzi-Vaskov

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Las economías prosperan cuando las empresas prosperan. Ello se debe a que la actividad empresarial ejerce un papel fundamental en la economía, fomentando la inversión, la competencia y la creación de empleo.

Por consiguiente, es fundamental para el crecimiento económico que las autoridades adopten políticas que aseguren que las empresas puedan funcionar eficazmente.

En el caso de Chile, concluimos que seguir adelante con reformas que mejoren las prácticas comerciales incrementará la productividad y el producto.

Según el análisis de un reciente documento de trabajo del FMI, si el país elimina en cinco años su brecha estructural con respecto al desempeño del percentil 25 de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), su producto se incrementaría en hasta 6 por ciento y, a su vez, se podría obtener una pequeña mejora fiscal acumulada neta.

Economía con resultados sólidos

Gracias a sus sólidos fundamentos económicos, la estabilidad de su entorno institucional y la adopción de políticas macroeconómicas acertadas, Chile se ha transformado en una de las economías más dinámicas de la región. Por consiguiente, medido en función de varios indicadores estructurales, como la calidad de la infraestructura, el acceso a electricidad y el grado de capacitación laboral, el desempeño de Chile suele ser superior al de otros países en América Latina.

Asimismo, en varios ámbitos pertinentes para el desempeño económico y el aumento de la productividad, el país se sitúa en un lugar favorable a nivel mundial, por ejemplo en cuanto a conectividad (medida según el número de abonados a servicios de telefonía móvil), matriculación en la educación superior, índices de alfabetización adulta e inclusión financiera de las empresas.

En estos ámbitos, además de ocupar el primer lugar en América Latina, Chile se cuenta entre los países de la OCDE con los mejores resultados.

Brechas de política

Gracias a la aplicación de políticas económicas prudentes a lo largo de los años, Chile ha mantenido una economía sólida y estable. No obstante, el país podría hacer más para mejorar el entorno de negocios y respaldar el crecimiento.

En nuestro análisis, que se apoya en la base de datos de la OCDE sobre indicadores de política estructural para investigación económica (SPIDER, por sus siglas en inglés), identificamos varias deficiencias de política en relación con otros países de ese organismo.

Por ejemplo, encontramos que en la escala de desempeño Chile no solo se encuentra en un puesto alejado con respecto al país de la OCDE que tiene el mejor desempeño, sino que está a la zaga del percentil 25 de la OCDE si tenemos en cuenta el otorgamiento de licencias y la regulación empresarial, el gasto en investigación y desarrollo (I y D), así como la legislación laboral.

Las reformas estructurales que ayudarán a Chile a subir en las clasificaciones y subsanar las deficiencias de política se centran en las normas y medidas que más fomentan la productividad y el crecimiento. Por lo tanto, si el país lograra cerrar estas brechas con respecto a otros países de la OCDE, obtendría beneficios económicos sustanciales.

Camino hacia adelante

Las políticas económicas que podrían ayudar a Chile a subsanar sus deficiencias de política con respecto al percentil 25 de la OCDE y que reportarían los mayores dividendos de crecimiento económico corresponden a los cuatro ámbitos siguientes:

Basándonos en estimaciones del efecto medio sobre el producto que tuvieron las reformas más típicas en estos cuatro ámbitos en los países de la OCDE, nuestro análisis concluye que el producto podría aumentar 6 por ciento en cinco años, pero es probable que este aumento se concentre hacia el final de ese período. Aunque estas reformas implican costos fiscales iniciales, estos a la larga se verán plenamente compensados por los beneficios tributarios derivados del efecto positivo de las reformas en el producto, que en un lapso de cinco años podrían arrojar una mejora fiscal acumulada de ½ por ciento del PIB.