(Versión en English)
Tras la crisis financiera internacional, la idea de lanzar un estímulo fiscal para contribuir a mitigar la recesión ganó muchos adeptos. En ese momento se la consideraba particularmente eficaz porque su impacto en la actividad tiende a ser más profundo cuando la demanda está a la zaga de la oferta y los bancos centrales mantienen bajas las tasas de interés. Eso, a su vez, acentuaría los efectos transfronterizos –o efectos de contagio– positivos en otros países.
Al término de casi una década, las circunstancias económicas son más prometedoras. Los efectos de contagio generados por medidas fiscales, ¿tienen importancia hoy, cuando hay menos capacidad económica ociosa a nivel mundial y la política monetaria no es tan acomodaticia? La respuesta es afirmativa. Pero según nuestro análisis, publicado en el capítulo 4 de la edición de octubre de 2017 de Perspectivas de la economía mundial, su magnitud depende de la naturaleza de la medida fiscal —gastos o impuestos— y de las circunstancias imperantes tanto en los países que generan los shocks fiscales como en los países que los reciben.
Las condiciones económicas son críticas
Basándonos en los estudios de vanguardia de Auerbach y Gorodnichenko (2013), examinamos un amplio abanico de medidas fiscales —relacionadas con el gasto público y los impuestos, tanto en expansiones como en consolidaciones fiscales— y analizamos en qué medida los efectos de contagio que ejercieron en una amplia muestra de economías avanzadas y emergentes dependieron de las condiciones económicas.
Detectamos indicios contundentes de que las condiciones económicas influyen en la magnitud de los efectos de contagio de la política fiscal.
Cabe señalar que eso ocurre no solo en el país que adopta la medida en cuestión, sino también en los países que sienten el efecto de contagio. Las mismas fuerzas que tienden a amplificar los efectos de la política fiscal dentro del ámbito nacional influyen en los efectos de contagio transfronterizos.
Concretamente, los efectos de contagio pueden ser considerablemente más profundos cuando hay capacidad ociosa en la economía o cuando la política monetaria se ve forzada a mantener bajas las tasas de interés a pesar de una mayor demanda, en comparación con “épocas normales”. Por ejemplo, ante un aumento del déficit fiscal de un país sistémico grande (como Estados Unidos) equivalente a 1% del PIB, el producto del país que lo recibe aumenta alrededor de 0,1% si existe capacidad económica ociosa y alrededor de la mitad en caso contrario. Del mismo modo, si la tasa de interés es excepcionalmente baja, el aumento del producto podría ser cuatro veces mayor que en un momento de normalidad.
Hay buenas razones para explicar ese resultado:
- Lo más probable es que las medidas fiscales expansivas vayan en detrimento del empleo privado cuando el mercado laboral se aproxima al pleno empleo; es decir, cuando hay menos capacidad económica ociosa. El impacto neto en la economía nacional es leve, y lo mismo ocurre con los efectos de contagio en los socios comerciales que se manifiestan en un aumento de la demanda de importaciones. Análogamente, si no hay capacidad ociosa en el país golpeado por el shock, el alza de la demanda externa puede desplazar la actividad en otros sectores de la economía, atenuando el efecto global.
- Cuando la política monetaria no logra o no tiende a contrarrestar los efectos de una medida fiscal en la demanda y los precios, el efecto en el ámbito nacional es más profundo, y lo mismo ocurre con la variación de la demanda de importaciones. La lógica es la misma desde la perspectiva del país que recibe el shock: cuando la demanda externa varía debido a una medida fiscal tomada en otro país, el impacto es más hondo si la política monetaria no contrarresta el ímpetu externo.
El instrumento fiscal influye: Gasto o impuestos
No todas las formas de estímulo fiscal producen los mismos efectos interna o externamente. En general, cabe prever que un aumento del gasto público —por ejemplo, en infraestructura— generará un máximo de dividendos dado que estimula el producto directamente y puede incrementar la capacidad productiva de la economía. Ambos canales harían aumentar con más fuerza la demanda de importaciones y, por lo tanto, imprimirían un estímulo mayor en otros países. El recorte de los impuestos, por el contrario, tiene apenas un efecto indirecto en el producto, ya que depende de las decisiones de ahorro y gasto de las empresas y los particulares.
Estas predicciones se ven confirmadas por nuestro análisis empírico, que lleva a pensar que un aumento del gasto público equivalente a 1% del PIB tendrá un efecto mayor —de alrededor de 0,5%— en el producto de otros países en comparación con un recorte de impuestos de igual magnitud, que tendría un impacto de apenas 0,05%, aproximadamente (los resultados de este gráfico no discriminan los efectos de contagio según las condiciones económicas).
Implicaciones para la política fiscal actual
Nuestro análisis presenta información sobre los efectos transfronterizos que podrían generar las políticas fiscales nacionales. Por ejemplo, un estímulo fiscal en Alemania que se manifieste en un aumento de la inversión pública generaría efectos de contagio significativos en países vecinos de Europa cuyo producto sigue sin alcanzar el potencial y cuyas tasas de interés son excepcionalmente bajas. También es probable que el gasto en inversión pública produzca más dividendos transfronterizos que el recorte de los impuestos. Por el contrario, dada la situación cíclica de Estados Unidos, un estímulo fiscal allí probablemente produciría efectos de contagio leves, sobre todo si se lo instrumenta mediante medidas tributarias.