(Versión en English)
La crisis financiera mundial de 2008–09 elevó los coeficientes de endeudamiento público de las economías avanzadas a niveles nunca antes vistos en tiempos de paz. Estos altos niveles de deuda exponen a los países a una pérdida de confianza de los mercados y, en último término, a un daño a largo plazo de las perspectivas de crecimiento. Es por esto que desde 2010 las economías avanzadas se han embarcado en un viaje cuyo destino es una tierra más firme para sus finanzas públicas. Se trata de una prueba de fondo, no de una carrera de velocidad; y, para corregir los fuertes desequilibrios fiscales creados por la crisis sin descarrilar la aún frágil recuperación, se necesita un ritmo de ajuste ininterrumpido y gradual, al menos en el caso de los países que no soportan las presiones del mercado.
Este año veremos cómo el proceso de ajuste fiscal gradual alcanza dos hitos simbólicos. En primer lugar, el déficit medio de las economías avanzadas como proporción del PIB se reducirá a la mitad del nivel que alcanzó en 2009, en el peor momento de la crisis. En segundo lugar, el coeficiente de endeudamiento medio dejará de subir, después de haber aumentado constantemente desde 2007. De hecho, disminuirá levemente.
Una trayectoria cuesta arriba
Claro que en un nivel equivalente a más de 4½% del PIB, el déficit medio sigue siendo elevado, y estabilizar la relación deuda/PIB en alrededor de 110% del PIB, en promedio, quizá no parezca un gran logro, pero no deben menospreciarse estos avances.
En primer lugar, este resultado se obtuvo a pesar del largo período de débil crecimiento que experimentaron los países. El menor crecimiento desvirtúa en parte el efecto del ajuste fiscal en el presupuesto, ya que los factores cíclicos inflan temporalmente el déficit y las relaciones deuda/PIB. En segundo lugar, reducir el déficit a la mitad no equivale a haber llegado a la mitad del trayecto. De hecho, la mayoría de las economías avanzadas ya han pasado ese punto, en vista de que la meta para la mayoría de ellas no es un presupuesto equilibrado. Las que ya tienen un nivel de deuda bastante bajo pueden arreglárselas bien con déficits pequeños a mediano plazo.
Llegar al hito actual no ha sido fácil: no se puede negar que el ajuste fiscal ha frenado la recuperación económica y el crecimiento, y ha contribuido a mantener las tasas de desempleo en niveles altos. En efecto, estas penurias derivadas del ajuste han afectado a muchos, y algunos países están sintiendo la fatiga del ajuste.
Dejando de lado unos pocos países relativamente pequeños, los desequilibrios fiscales siguen siendo considerables en diez países: Estados Unidos, Japón, el Reino Unido y siete miembros de la zona del euro (Francia, Italia, España, Bélgica, Portugal, Grecia e Irlanda). Estos países aún tienen coeficientes de deuda bruta que superan el 90% del PIB y que continúan aumentando, aunque a distintos ritmos. Lo bueno es que este grupo solo tiene diez miembros; lo malo es que representan aproximadamente 40% del PIB mundial. Por lo tanto, su política fiscal reviste mucha importancia para todo el mundo.
La importancia de los niveles
En este sentido, cabe señalar que no todos los países están a igual distancia de alcanzar la salud fiscal. En el Monitor Fiscal se revisa el cálculo del ajuste fiscal que se necesita para reducir los coeficientes de endeudamiento público a niveles más manejables a largo plazo. Francia y Bélgica aún tienen algo de camino que recorrer en términos de ajuste, pero no están muy lejos de alcanzar los saldos fijados como metas. Los otros países se enfrentan a tareas más complicadas, y Japón es sin duda un caso extremo en lo que se refiere a la magnitud del ajuste necesario y el nivel del saldo primario que debería mantenerse a más largo plazo. Italia está en una situación singular: está cerca de lograr un nivel de saldo primario (ingresos menos gasto no relacionado con intereses) que situará su coeficiente de endeudamiento en una clara trayectoria descendente a lo largo del tiempo; pero ese nivel es muy alto, de hecho, solo el de Japón es más alto.
En promedio, el saldo primario que estos países deberán mantener en 2020–30 (es decir, al que deberán converger gradualmente) se sitúa entre 3¾% y 5¼%, dependiendo de los supuestos sobre las tasas de interés y el crecimiento. ¿Cómo contrasta esto con los niveles logrados en el pasado? El Monitor Fiscal también aporta datos útiles en este sentido. Se toma el mayor saldo primario jamás mantenido por las economías avanzadas en un período de diez años y se establece que el valor mediano de la distribución de estos saldos primarios es de aproximadamente 3¼% del PIB; es decir, por debajo del rango antes mencionado, pero no por mucho. Además, en el pasado era menos necesario mantener grandes saldos primarios porque la deuda pública era mucho más pequeña.
No hay atajos
Por lo tanto, reducir los coeficientes de endeudamiento a niveles más aceptables alcanzando y manteniendo cuantiosos superávits primarios es una propuesta claramente viable, pero bajo ningún punto de vista será una tarea fácil. ¿Hay cómo cortar camino? Desafortunadamente no hay alternativas fáciles. Para que el impuesto inflacionario tenga un efecto notable en los coeficientes de endeudamiento público probablemente se necesitarán tasas de inflación muy altas. Y la aplicación de impuestos a los tenedores de bonos mediante la reestructuración de la deuda en realidad no es una alternativa frente al ajuste fiscal, dada la gran proporción de bonos que se mantienen dentro del país, particularmente en muchas economías avanzadas. En general la recomendación del FMI sigue siendo vigente: no darse por vencidos, seguir avanzando a ritmo firme; y en el camino, beber mucho líquido para no deshidratarse. Es decir, mantener condiciones monetarias laxas. Esto será bueno para la economía y para la cuenta fiscal, y no perjudicará la credibilidad monetaria si el plan se presenta, no como un reemplazo del ajuste fiscal, sino más bien como un complemento.
¿Están los países siguiendo estos consejos en 2013? En general, sí. Si se tienen en cuenta la magnitud de los desequilibrios y las limitaciones de financiamiento actuales, el ajuste fiscal está procediendo en las economías avanzadas a un ritmo adecuado, aunque con algunas excepciones. Por un lado, Japón está avanzando de manera demasiado lenta: el programa de estímulo mantendrá el déficit cerca del 10% del PIB, lo cual eleva los riesgos fiscales a mediano plazo en el país. Por otro lado, el ritmo de ajuste es un poco excesivo en Estados Unidos, donde se proyecta que la velocidad a la que se reducirá el déficit será la más rápida en 30 años. Además, algunas economías avanzadas en las que la demanda privada ha sido decepcionante por mucho tiempo deben pensar en moderar el ritmo de consolidación si su política fiscal cuenta con el necesario margen de maniobra.