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La sociedad civil y el FMI

Oxfam participa en debate sobre la función del FMI en los países de bajo ingreso

24 de septiembre de 2007

Las opiniones con respecto a la función del FMI en los países de bajo ingreso son vehementes, no importa de qué lado del actual debate estén situadas. Según un punto de vista, la presencia del FMI surte un efecto benigno sobre el entorno de políticas de estos países; según otro, los programas del FMI limitan las opciones a disposición de los gobiernos para satisfacer las necesidades de sus pueblos, lo cual reduce la identificación de los países con las reformas. Esta diversidad de puntos de vista fue muy evidente en un encuentro organizado por Oxfam en la sede del FMI a fines de septiembre.

El encuentro fue preparado por Oxfam International, con miras a llegar no solo a organizaciones de la sociedad civil (OSC) y a la prensa, sino también al personal técnico del FMI y su Directorio Ejecutivo. Efectivamente, el auditorio incluyó a OSC y reporteros. Bernice Romero, Directora de Incidencia Política y Campañas de Oxfam International, quien moderó el simposio, observó que el FMI ha recibido críticas de diversos sectores por su papel en los países de bajo ingreso. Reconoció que el FMI ha modificado algunas de sus políticas como respuesta a estas críticas; pero se preguntó si estas reformas eran realmente novedosas o si tenían el alcance requerido, si el FMI debía siquiera trabajar con los países de bajo ingreso y cómo se podría transformar la estructura de gobierno del FMI.

En sus palabras de apertura (en inglés), el Primer Subdirector Gerente del FMI, John Lipsky, recalcó que el FMI está comprometido con la ayuda a los países miembros de bajo ingreso para que estos pongan en práctica las políticas y establezcan las instituciones que les ayudarán a aprovechar la favorable situación externa actual, permitiendo al mismo tiempo una absorción eficaz de los aumentos de ayuda. No obstante, Lipsky subrayó que "las perspectivas económicas de los países de bajo ingreso dependen del éxito de su vinculación con la economía mundial" y que para elevar el potencial de crecimiento de dichos países es esencial un sector privado dinámico y un sistema financiero eficiente.

Al debate se sumaron las opiniones de otros tres oradores. Jack Jones Zulu de la red Southern African Regional Poverty Network, con sede en Sudáfrica, resaltó su preocupación por los debates acerca de los marcos de política macroeconómica que se realizan a puerta cerrada. Afirmó que hay muy poco espacio para que los gobiernos nacionales, así como otras partes interesadas, sientan como propios estos procesos. "Esta falta de participación y alineación de los DELP y los SCLP representa una grave limitación para que las políticas del FMI puedan llegar a sentirse como propias y generen un impacto en términos de la reducción de la pobreza, en África y el resto del mundo", dijo. También señaló que la falta de flexibilidad fiscal y monetaria podría originar una represión del desarrollo, y criticó lo que describió como un "proceso meramente formal" de consultas de las misiones del FMI con la sociedad civil en muchos países de bajo ingreso.

Domenico Lombardi, del Oxford Institute for Economic Policy, también subrayó que el FMI debe seguir operando en los países de bajo ingreso. Pese a los diversos tipos de resistencia, dentro y fuera de la institución, el FMI definitivamente ha reconocido que tiene una función que cumplir en esos países, expresó Lombardi, "lo cual habla muy bien de ella". No obstante, es importante la manera en que lo hará. Manifestó que el espacio político en las economías de bajo ingreso no está bien distribuido entre las políticas macroeconómicas tradicionales y las políticas de reducción de la pobreza. Se necesita una mayor conciencia del impacto social de ciertas políticas macroeconómicas clave: el Análisis del Impacto Social y en la Pobreza no ha brindado información de manera sistemática sobre los aspectos del diseño de los programas del SCLP que inciden en la distribución del ingreso. Lombardi dijo que el FMI también debería ampliar su análisis de los aspectos macroeconómicos tradicionales de la capacidad de absorción de la ayuda a fin de incluir las cuestiones sectoriales; además, subrayó la necesidad de hacer un uso más eficaz del DELP como base para el SCLP, y no lo contrario.

El Director Ejecutivo del FMI Abbas Mirakhor subrayó que la función del FMI en la estabilidad macroeconómica y el crecimiento de todos sus países miembros, incluidos los países de bajo ingreso, es innegable. Estos últimos se encuentran en una etapa crucial del proceso de desarrollo. Los tres elementos más promisorios para acelerar el crecimiento son la infraestructura, las instituciones y el desarrollo financiero, dijo. Mirakhor planteó la posibilidad de crear nuevos servicios financieros del FMI y el Banco Mundial para atender y desarrollar estos elementos, incluido un servicio conjunto para el sector financiero de los países que les ayude a pasar sin tropiezos del financiamiento oficial al financiamiento de mercado.

A renglón seguido se produjo un amplio y animado debate en torno a las preguntas formuladas por las organizaciones de la sociedad civil y otros participantes. Algunas preguntas se centraron en la idoneidad del enfoque del FMI en el crecimiento y si existía margen para flexibilizar las metas de inflación en los países de bajo ingreso, ya que algunos consideran que ellas producen un efecto negativo sobre el desempleo. Lipsky argumentó que un crecimiento pujante y sostenido guarda relación con la estabilidad macroeconómica, y no lo contrario. Un alto nivel de inflación y de volatilidad de la inflación son "perjudiciales para el crecimiento", añadió. También anotó que el FMI se esfuerza al máximo para tomar en cuenta los "efectos distributivos de las políticas económicas". Observó que un crecimiento medio del 6,5% en África subsahariana es todo un logro, pero no es suficiente. "Para que exista una verdadera reducción de la pobreza, hace falta un crecimiento más acelerado aún", añadió.

En cuanto a las evaluaciones del impacto social y en la pobreza, Zulu consideró que se necesita una evaluación correcta de las posibles consecuencias de las distintas medidas de política sobre los sectores más pobres. Dada la gran importancia del FMI y el Banco Mundial para las economías de bajo ingreso, "es apenas justo que midamos el impacto de estas políticas y las sometamos a un debate público", dijo. Lipsky señaló que el FMI ha creado una unidad dedicada expresamente al análisis del impacto social y en la pobreza, que realiza sus propios estudios y ayuda a tener en cuenta en el diseño de los programas los análisis realizados por otras instituciones.

También se planteó un interrogante con respecto a la existencia en el FMI de umbrales de política para limitar la absorción de ayuda, como se señaló en el informe de la OEI sobre África subsahariana. La respuesta de Lipsky fue más general, y planteó que se pueden debatir las críticas al FMI de haber sido constantemente demasiado pesimista en sus supuestos con respecto a los flujos de ayuda. Señaló que "en la realidad, la situación ha sido diferente", ya que el alivio de la deuda y las mejoras en las cifras macroeconómicas de los países de bajo ingreso han ofrecido "mayores oportunidades y mayor flexibilidad en términos de las perspectivas de política". Lipsky añadió: "Debemos estar haciendo algo bien, ya que la situación sobre el terreno ha mejorado muchísimo".

Con respecto a la función de China, y otros mercados emergentes en África, Lipsky observó que las iniciativas de alivio de la deuda han creado enormes oportunidades. Pero aconsejó cautela para no regresar a una situación de excesivo endeudamiento que podría generar inestabilidad y tensiones. Como principio general, añadió, la ayuda debe ser en condiciones concesionarias.

En respuesta a una pregunta sobre la gestión de gobierno en los países miembros, Mirakhor rogó a las ONG que utilicen sus energías para impulsar los programas de desarrollo de los países que les permitan alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en vez de quedarse criticando los supuestos errores en las políticas anteriores del FMI. "Si uno realmente quiere ayudar a los países, no gasta sus energías en formular las preguntas que se están haciendo ahora, sino que las concentra en tratar de obtener recursos para la reforma judicial... para crear tribunales de justicia, para poner en funcionamiento una buena fuerza policial; todas estas son las instituciones que estos países necesitan", dijo. "Cómo hacer que se cumplan los contratos, cómo garantizar los derechos de los acreedores y los de los inversionistas, cómo velar por la existencia de una bolsa de valores que opere con eficiencia, todas estas son las preguntas que deberían estar formulándose", añadió Mirakhor.