DESCARGO DE RESPONSABILIDAD: Este número de F&D es en su totalidad producto de la inteligencia humana. Pero pronto llegará el día en que al menos ciertas partes de esta revista sean aportes de la inteligencia artificial, tema que está en boca de todo el mundo desde la irrupción de ChatGPT hace un año.

La inteligencia artificial generativa (IA generativa) ha traído consigo nuevas posibilidades que están cautivando a las esferas pública y privada. Estas nuevas “máquinas de la mente” pueden mejorar diagnósticos médicos, cerrar brechas educativas, abordar el problema de la inseguridad alimentaria al hacer más eficiente la agricultura, impulsar la exploración planetaria y, por si fuera poco, hacer el trabajo menos tedioso.

Pero el interés inicial por la IA ha dado paso a genuinas y crecientes preocupaciones, como la propagación de información errónea que socava la democracia y desestabiliza las economías, amenazas contra empleos en todos los grados de cualificación, un ensanchamiento de la brecha entre los ricos y los desposeídos, y la proliferación de prejuicios, tanto humanos como informáticos.

En este número hacemos una primera incursión para comprender lo que la IA implica para el crecimiento, el empleo, la desigualdad y las finanzas. Hemos reunido a destacados pensadores para que analicen cómo hemos de prepararnos para un mundo de inteligencia artificial.

En nuestro artículo principal, Erik Brynjolfsson y Gabriel Unger, de la Universidad de Stanford, describen posibles “bifurcaciones en el camino” que conducen a destinos muy diferentes (positivos y negativos) para la IA y la economía. Señalan que el futuro será fruto de muchos factores, entre otros, las decisiones tecnológicas y sobre políticas que se tomen hoy en día.

Para Daron Acemoglu y Simon Johnson, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), el verdadero impacto de la IA depende de cómo afecte a los trabajadores. La innovación siempre redunda en una mayor productividad, pero que no siempre va acompañada de una prosperidad compartida, lo cual depende de si las máquinas complementan a los seres humanos o los reemplazan. Las políticas que plantean los economistas, como dar voz a los trabajadores, pueden servir para alejarse de la automatización pura y procurar que la tecnología sea más complementaria con las actividades humanas y cree tareas nuevas y de mayor calidad.

En definitiva, la idea es descubrir lo que la IA puede hacer por las personas.

La IA avanza dando saltos exponenciales y es inherentemente impredecible, y por eso Anton Korinek, de la Universidad de Virginia, recomienda la planificación a partir de escenarios. Para ello, traza distintas rutas de evolución de la tecnología que dependen de si la IA rebasa la inteligencia humana y cuándo, ilustrando así los resultados vastamente diferentes a los que conduciría cada trayectoria y lo que eso implicaría para la economía y los trabajadores. Las autoridades deben preparar reformas para estos diversos escenarios y modificarlas en función de lo que depare el futuro, señala.

Esto nos lleva al tema del gobierno de la IA. Ian Bremmer, presidente del Eurasia Group, y Mustafa Suleyman, ejecutivo principal de Inflection AI, señalan los escollos regulatorios que flanquean el camino que siguen los gobiernos para lograr supremacía en el campo de la IA. Tras advertir que la gobernanza de la IA será uno de los desafíos más complejos para la comunidad internacional en las próximas décadas, describen en líneas generales los principios que deberían orientar la formulación de políticas sobre IA.

Gita Gopinath, del FMI, insta a lograr un equilibrio entre la innovación y la regulación a la hora de diseñar un conjunto especial de políticas para la IA. Dado el carácter transfronterizo de la IA, la cooperación mundial es una necesidad urgente para aprovechar al máximo las enormes oportunidades que brinda esta tecnología y al mismo tiempo reducir a un mínimo los obvios perjuicios para la sociedad, sostiene.

En otros artículos que invitan a la reflexión, Daniel Björkegren y Joshua Blumenstock cuentan como Kenya, Sierra Leona y Togo adaptaron la IA para que beneficiara a los pobres; y Nandan Nilekani explica que India está llegando a la cúspide de una revolución de IA que permitirá abordar acuciantes problemas económicos y sociales. Y trazamos una semblanza de Lawrence F. Katz, economista laboral de la Universidad de Harvard cuyas investigaciones sobre la desigualdad iluminan el debate sobre la IA.

La IA puede evolucionar en direcciones muy diferentes, y eso pone de manifiesto la forma en que la sociedad, actuando activa y colectivamente, determinará su futuro. Lo que sí está claro es que la tecnología debe ser utilizada como una herramienta capaz de realzar, y no desvirtuar, el potencial y el ingenio del ser humano. En definitiva, la idea es descubrir lo que la IA puede hacer por las personas.

GITA BHATT, Directora Editorial

Las opiniones expresadas en artículos y otros materiales pertenecen a los autores; no reflejan necesariamente la política del FMI.