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Piotr Naimski explica la decisión de Polonia de buscar su independencia energética

Como estudiante en la Polonia comunista, Piotr Naimski contribuyó a organizar la asistencia a trabajadores que habían sido despedidos o encarcelados por participar en huelgas y protestas en contra del régimen respaldado por la Unión Soviética. Después de la caída del comunismo, él fue una de las pocas voces europeas en advertir de la dependencia del gas natural ruso. Como jefe de la Oficina de Protección del Estado a principios de la década de 1990, concibió un plan para encontrar fuentes alternativas de energía. El plan dio sus frutos en septiembre de 2022 con la inauguración del gasoducto báltico que conecta a Polonia con los yacimientos marítimos de gas natural de Noruega, meses después de que Rusia interrumpiera las entregas a Polonia. Naimski, que posee un doctorado en Ciencias Naturales, se desempeñó recientemente como plenipotenciario del gobierno para la infraestructura de energía estratégica. Habló con Chris Wellisz, de F&D, a fines de agosto, mientras Moscú se preparaba para cortar el flujo de gas a Europa occidental en represalia por las sanciones impuestas contra Rusia tras su invasión de Ucrania.

F&D: En 1991, cuando fue elegido su gobierno, usted decidió que el país necesitaba liberarse de la dependencia del gas natural ruso. ¿Cómo llegó a esa decisión?

NAIMSKI: Asumimos el mandato al final del año, y de pronto a comienzos de enero los suministros de gas [ruso] empezaron a disminuir cada vez más. En ese momento, el gas ya era una parte sustancial de nuestro abastecimiento energético. Convocamos un comité especial para evaluar qué instalaciones industriales deberían desconectarse de nuestra provisión de energía en caso de necesidad.

Por aquel entonces los rusos estaban muy desorganizados, porque en diciembre de 1991 habían disuelto la Unión Soviética. En Moscú continuamente nos decían: “No se preocupen, esto se debe solo a nuestros problemas organizativos”. Y para mediados de enero reanudaron el suministro.

Pero para nosotros eso fue realmente un indicio de lo que podría ocurrir en el futuro. Los rusos habían decidido aplicar una nueva estrategia para los países de Europa central —que estaban saliendo de la esfera de influencia soviética— y planearon “reemplazar tanques con gasoductos”.

Entonces comenzamos a buscar otras soluciones para diversificar las fuentes de suministro.

F&D: Después de algunos arranques en falso y cambios en el gobierno, en 2016 usted comenzó a debatir sobre la construcción del gasoducto báltico. ¿Qué tan importante es eso para la seguridad energética de Polonia, y para la de Europa?

NAIMSKI: El gasoducto báltico tendrá una capacidad de 10.000 millones de metros cúbicos por año. Eso equivale a alrededor de la mitad de la demanda de Polonia y reemplazará el 100% de las entregas rusas. Junto con la terminal de GNL (gas natural licuado) que ya está en funcionamiento y los interconectores que conectan a Polonia con Lituania y Eslovaquia que se pusieron en servicio recientemente, Polonia quedará libre de las maniobras hostiles de Rusia en la provisión de gas. Esto es hoy especialmente importante, cuando Europa se enfrenta a que Rusia utilice los envíos de hidrocarburos como un arma.

F&D: ¿Qué tan grave es la crisis energética y cuánto durará?

NAIMSKI: El impacto de esta crisis, en mi opinión, será tan profundo como el de la crisis de la década de 1970. Llevará algún tiempo adoptar nuevos planes, poner en marcha nuevas inversiones y diversificar no solo el suministro de gas a Europa sino también sus políticas energéticas. La crisis no durará tan solo un invierno sino dos o tres años más.

Mientras eliminamos gradualmente el uso del carbono, necesitamos producir una carga base para lograr un equilibrio con las energías renovables, que por sí solas no son suficientes.

F&D: ¿Con qué rapidez y en qué medida puede Polonia dejar de depender del carbón, el cual genera alrededor del 70% de su electricidad?

NAIMSKI: El carbón seguirá siendo una necesidad durante los próximos 20 o 30 años. Pero mientras eliminamos gradualmente el uso del carbono, necesitamos producir una carga base para lograr un equilibrio con las energías renovables, que por sí solas no son suficientes.

Reduciremos progresivamente el uso de carbón con mucha prudencia, teniendo en cuenta la seguridad del suministro energético. Además, creo realmente que las tecnologías vinculadas con el procesamiento químico del carbón para producir combustibles líquidos y de otro tipo, son algo que, con el tiempo, habrá de ocurrir de forma efectiva.

F&D: ¿Tendrá Europa que cambiar su meta de cero emisiones netas de carbono para 2050?

NAIMSKI: La estrategia de descarbonización aceptada a nivel de la UE probablemente será debatida una vez más. Esto es algo posible y probablemente necesario. Podrían introducirse algunas modificaciones, y debería agregarse a esto cierto componente de sentido común.

F&D: ¿Es posible tener una única estrategia energética que abarque la totalidad de Europa?

NAIMSKI: Se necesitan algunos criterios prácticos para aceptar diferencias en las estrategias nacionales. Porque la situación es diferente en Polonia, diferente en Alemania, diferente en Francia. No es posible tener un único plan para todos los Estados europeos.

Está muy claramente expresado, en los tratados europeos, que la energía es responsabilidad de los gobiernos de los Estados miembros antes que de las políticas europeas. Pero la Comisión Europea intenta ir más allá de los tratados. Y este es el tema sobre el que tendremos arduas discusiones.

F&D: ¿Cuál es la perspectiva para la energía nuclear en Polonia?

NAIMSKI: Prevemos tener una primera unidad nuclear operativa en Polonia para 2033. En 20 años quisiéramos tener seis. Y para mediados de la década de 2040, alrededor de un cuarto de nuestra energía será nuclear. Tener un 25% de producción de carga básica nos permitiría incluir en la combinación mucha más energía renovable.

F&D: ¿Existe en Polonia un consenso político en favor de la energía nuclear?

NAIMSKI: En Polonia sí tenemos divisiones políticas muy profundas, pero no discrepancias acerca de la energía nuclear.

F&D: ¿Considera que las metas de descarbonización y seguridad energética son compatibles, o no?

NAIMSKI: Podría ser que la seguridad del abastecimiento se ubique en el nivel necesario y siga ese proceso de descarbonización sin contratiempos. Pero es una cuestión táctica. No deberíamos abandonar el carbón con demasiada rapidez.

F&D: La mayoría de los gasoductos existentes van desde el este al oeste. Usted ha hablado frecuentemente de la necesidad de tener gasoductos norte-sur. ¿Cuál es el fundamento?

NAIMSKI: Es importante porque, si queremos diversificar realmente nuestras fuentes y medios de transporte para Europa central, tenemos que construir líneas de transmisión completamente diferentes de lo ejecutado por las instituciones, gobiernos o economías de Rusia o dependientes de ese país.

Por eso hemos encargado la construcción del gasoducto interconectado entre Polonia y Eslovaquia. Y los eslovacos ya se han interconectado con Hungría y planean completar finalmente un enlace con el sistema de Rumania. Y, de hecho, esta idea de conectar Świnoujście [en la costa báltica de Polonia] con la Isla de Krk [en la costa de Croacia] fue la base para estas estrategias de transmisión gasífera norte-sur. El gasoducto báltico es parte de esta nueva posibilidad.

Esta entrevista ha sido editada para efectos de brevedad y claridad.

CHRIS WELLISZ es escritor y editor independiente.

Las opiniones expresadas en artículos y otros materiales pertenecen a los autores; no reflejan necesariamente la política del FMI.