En algunos países de América Latina, trabajar como vendedor ambulante o chófer de servicios de transporte por aplicación o dedicarse a los quehaceres domésticos es algo que puede considerarse como parte de lo que los economistas denominan la economía informal. Según las últimas estimaciones (basadas en contribuciones a la seguridad social), en promedio más del 60% de los trabajadores activos de la región pertenecen al sector informal.
En el último informe de Perspectivas económicas: Las Américas, analizamos las repercusiones de la informalidad en los mercados laborales de América Latina durante los altibajos del ciclo económico. Se observa que en las economías con alto grado de informalidad, mejorar las condiciones del mercado laboral, como los procedimientos de despido demasiado engorrosos, puede ayudar a los países a recuperarse más eficientemente durante las desaceleraciones económicas.
La informalidad y el ciclo económico
Al analizar el vínculo entre las variaciones del producto y del desempleo, se observa que el mercado informal cumple una función importante durante el ciclo económico.
Nuestro estudio demuestra que las tasas de desempleo son menos sensibles a las fluctuaciones del producto en las economías de mercados emergentes, incluidas las de América Latina, que en las economías avanzadas.
Algo que llama la atención es que la respuesta del desempleo a las variaciones cíclicas del producto es más débil cuando los niveles de informalidad son más altos. Además, se observa que la informalidad en la región disminuye en los períodos de fuerte crecimiento y aumenta en los de bajo crecimiento.
Esto hace pensar que la posibilidad de entrar y salir del sector informal protege en parte a los trabajadores de las fluctuaciones del ciclo económico, lo cual atenúa el impacto del ciclo en las tasas de desempleo. Por ejemplo, cuando una economía de mercado emergente entra en recesión, los trabajadores que en otras circunstancias habrían estado empleados pueden encontrar empleos informales.
Otra característica interesante de los mercados laborales de América Latina es que la tasa de mujeres con empleo remunerado no fluctúa mucho con los altibajos del ciclo económico. No obstante, la participación femenina en la fuerza laboral tiende a aumentar durante las crisis, probablemente para reforzar los ingresos de los hogares durante los períodos de dificultad económica.
El valor de la flexibilidad del mercado laboral
La flexibilidad del mercado laboral es crucial para reequilibrar la economía en respuesta a los shocks y, por lo tanto, para promover el crecimiento económico. Pero en algunas economías latinoamericanas las regulaciones laborales tienden a ser excesivamente rígidas.
Se observa que los países de América Latina tardan más que otros en adaptarse a shocks, como las sequías que limitan la actividad agrícola o las huelgas que afectan la actividad industrial. Esto se debe en parte a la gran cantidad de trabajadores en el sector informal. ¿Qué factores están detrás de esta tendencia? La informalidad es un fenómeno con varias aristas y muchos factores determinantes, como los bajos niveles de educación y de ingreso per cápita, pero los altos salarios mínimos y las regulaciones laborales relativamente más estrictas en la región son factores importantes que explican los altos niveles de informalidad observados.
Esto se debe a que las regulaciones estrictas del mercado laboral y los salarios mínimos que son altos en relación con la productividad entorpecen la capacidad del mercado laboral de un país para adaptarse a los shocks, sobre todo cuando las reglas son estrictamente aplicadas.
Esto a su vez incide en el crecimiento a mediano plazo. ¿Por qué? Porque las regulaciones más estrictas y los salarios que distan mucho de los niveles de productividad suelen complicar la asignación eficiente de mano de obra y otros factores de la producción entre empresas y sectores durante los shocks. Pueden dificultar, y en algunos casos impedir, el movimiento de trabajadores de un empleo al siguiente. También influyen en las decisiones de las empresas sobre contratación y despido de trabajadores y sobre inversión, dos factores clave que a la larga inciden en el crecimiento.
Según nuestras estimaciones, la diferencia en la velocidad de ajuste entre los países con regulaciones laborales rígidas y flexibles es de 10 puntos porcentuales cuando los gobiernos presentan un alto grado de eficacia. Esto se traduce en tasas de crecimiento económico que son 0,5 puntos porcentuales más bajas en los países con regulaciones más rígidas.
De forma similar, los salarios mínimos que son elevados en relación con la productividad de la mano de obra erosionan la flexibilidad microeconómica de un país. Los efectos de las diferencias de los salarios mínimos en la velocidad de ajuste son aún mayores. Las diferencias en el parámetro de velocidad de ajuste entre países con salarios mínimos relativos bajos y altos es de 16 puntos porcentuales cuando la aplicación del ajuste es estricta. Esto redunda en tasas de crecimiento que son aproximadamente más de 0,7 puntos porcentuales más bajas en las economías con salarios mínimos altos en relación con la productividad.
Políticas laborales
La informalidad desempeña una función decisiva en la dinámica de los mercados laborales de América Latina. Los resultados que se presentan aquí llevan a pensar que, en las economías con alto grado de informalidad, centrar la atención solo en el desempleo o en la creación de puestos de trabajo —como se hace en las economías avanzadas— puede dar lugar a una interpretación errónea de la evolución del mercado laboral.
El problema de la informalidad elevada plantea complejas disyuntivas a las autoridades. Por un lado, los trabajos informales son relativamente menos productivos que los formales, no ofrecen una red de seguridad y reducen los ingresos tributarios. Pero por otro lado, pueden ser la única fuente de ingreso de los trabajadores poco cualificados, especialmente durante las desaceleraciones. La informalidad hace las veces de amortiguador durante las épocas malas, pero también reduce el ritmo de adaptación a los shocks agregados y sectoriales que exigen una reasignación de la mano de obra.
Los resultados indican que las políticas del mercado laboral han de encontrar un equilibrio entre la equidad y la eficiencia. Ciertos aspectos de las leyes de protección del empleo incrementan la informalidad, en particular las normativas de despido costosas y engorrosas. De igual forma, las políticas de salarios mínimos con mecanismos de fijación de la remuneración que no tienen en cuenta la productividad pueden perjudicar la capacidad de una economía para responder a los shocks.
Por lo tanto, las políticas que reducen los costos de despido, al hacerlos más transparentes y predecibles y menos burocráticos, y que compaginan mejor los salarios con la productividad, pueden ser herramientas importantes para abordar la informalidad. La aplicación de estas políticas puede en definitiva mejorar el funcionamiento de los mercados laborales. Pero es importante velar por el bienestar de los trabajadores durante las etapas de penuria económica, y para ello hay que reforzar el seguro de desempleo y otros aspectos de la red de protección.