(Versión en English)
El aspecto más destacado de las últimas perspectivas es algo de lo que llevamos hablando varios días: hemos pasado de una recuperación a dos velocidades a una recuperación a tres velocidades.
Las economías de mercados emergentes y en desarrollo conservan el vigor, pero en las economías avanzadas parece haber una bifurcación creciente entre Estados Unidos y la zona del euro.
Así lo reflejan nuestros pronósticos. En las economías de mercados emergentes y en desarrollo, el crecimiento alcanzaría 5,3% en 2013 y 5,7% en 2014; en Estados Unidos, 1,9% en 2013 y 3,0% en 2014; en cambio, en la zona del euro se proyecta un crecimiento de -0,3% en 2013 y apenas 1,1% en 2014.
La cifra de crecimiento de Estados Unidos en 2013 quizá no parezca muy alta, y de hecho no bastará para hacer gran mella en una tasa de desempleo persistentemente elevada. Pero la contracara es una consolidación fiscal muy fuerte —diría incluso demasiado fuerte— de alrededor de 1,8% del PIB. La demanda privada subyacente de hecho es sólida, y está alimentada en parte por el bajo nivel de la tasa de política monetaria que tiene previsto mantener la Reserva Federal, la mejora de las condiciones bancarias y la demanda reprimida de vivienda y bienes no perecederos.
El pronóstico de crecimiento negativo de la zona del euro refleja debilidades no solo en los países de la periferia, sino también en los del núcleo de la zona.
En Alemania, el crecimiento está cobrando vigor, aunque las previsiones aún apuntan a apenas 0,6% en 2013. En Francia, sería ligeramente negativo en 2013, como resultado de la consolidación fiscal, la debilidad de las exportaciones y la falta de confianza. Un crecimiento bajo en el núcleo de la zona del euro es malo de por sí, y malo para los países de la periferia.
Según nuestros pronósticos, los países de la periferia de la zona del euro, especialmente Italia y España, sufrirán contracciones sustanciales en 2013. El proceso de devaluación interna sigue su curso lenta y dolorosamente, y la mayoría de estos países están adquiriendo competitividad con lentitud. Sin embargo, la demanda externa sencillamente carece de fuerza suficiente como para compensar la debilidad de la demanda interna. Continúa intensificándose el círculo vicioso entre bancos débiles, entes soberanos débiles, escasa actividad y, cada vez más, escasa confianza.
Japón está trazando su propio rumbo; quizás habría sido más exacto hablar de una recuperación no a tres sino a tres velocidades y media. Tras muchos años de deflación y crecimiento escaso o nulo, el nuevo gobierno ha anunciado una nueva política, basada en una expansión cuantitativa ambiciosa, una meta de inflación positiva, estímulo fiscal y reformas estructurales. Esta política estimulará el crecimiento a corto plazo, y así lo refleja nuestra previsión de 1,4% de crecimiento en 2013. Sin embargo, como la deuda pública es muy elevada, es riesgoso activar el estímulo fiscal sin un plan de consolidación fiscal a mediano plazo: incrementa la probabilidad de que los inversionistas exijan una prima por riesgo y eso, a su vez, conduce a la insostenibilidad de la deuda.
Frente a este panorama desigual de las economías avanzadas, la evolución de los países de mercados emergentes en general es buena. Prevemos que China crecerá 8,0% en 2013— aunque ese pronóstico es anterior a las cifras anunciadas ayer, que aún estamos analizando—; India, 5,7%; y Brasil, 3,0%. Todas son tasas superiores a las de 2012.
En otra época, las condiciones que imperan hoy —precios elevados de las materias primas, tasas de interés bajas, gran afluencia de capitales— a menudo habrían conducido a auges de crédito y sobrecalentamiento. Por el momento, las autoridades en general han logrado mantener la demanda agregada a tono con el potencial. Al mismo tiempo, el crecimiento potencial mismo ha disminuido en una serie de economías emergentes y algunas de las tasas elevadas de crecimiento del pasado ya no se repetirán.
Pasando a las políticas
En Estados Unidos, la atención debe estar centrada en trazar la senda adecuada de la consolidación fiscal, reduciendo la deuda y los déficits del gobierno. Si bien el secuestro del gasto ha despejado en parte la inquietud en torno a la sostenibilidad de la deuda, es la solución errada. Debe haber tanto una consolidación fiscal menor y mejor ahora, como un compromiso a redoblarla en el futuro.
En la zona del euro, se ha logrado un avance institucional durante el último año, en particular en la elaboración de una hoja de ruta para la unión bancaria. Aunque aún no ha sido activado, el programa de Operaciones Monetarias de Compraventa que ofrece el Banco Central Europeo ha reducido los riesgos extremos. Pero esto no basta.
Las tasas de interés que deben pagar los prestatarios de los países de la periferia aún son demasiado elevadas para cimentar la recuperación, y se necesitan medidas adicionales y urgentes para fortalecer los bancos sin debilitar los entes soberanos. La falta de vigor de la demanda privada también hace pensar que los países con margen para hacerlo deberían permitir que operen los estabilizadores automáticos, y algunos países con espacio fiscal deberían ir aún más lejos y replantearse la velocidad del ajuste fiscal.
Los países de mercados emergentes enfrentan retos diferentes, en particular el manejo de los flujos de capital. Sus perspectivas fundamentalmente atractivas, sumadas a las bajas tasas de interés que ofrecen las economías avanzadas, probablemente sigan alimentando la afluencia neta de capitales y la presión cambiaria en muchos países de mercados emergentes. Se trata de un proceso esencialmente beneficioso, parte del reequilibramiento mundial que debe ocurrir para que la economía mundial recobre la salud. Al mismo tiempo, como hemos visto, los flujos de capital pueden ser volátiles y dificultar la gestión económica. El reto para los países receptores es absorber las tendencias básicas y reducir simultáneamente la volatilidad de los flujos cuando ponen en peligro la estabilidad económica o financiera.
En resumen, las buenas noticias recientes sobre Estados Unidos vienen acompañadas de renovada preocupación por la zona del euro. En vista de las estrechas conexiones entre los países, una recuperación desigual también es peligrosa. En algunos aspectos, la economía mundial no es más sólida que su eslabón más débil. Algunos riesgos extremos han disminuido, pero no es momento de descanso para las autoridades.