(Versión en English)
En los últimos treinta años se ha intensificado la desigualdad en la distribución de los ingresos de los hogares estadounidenses. Por ejemplo, la Oficina de Presupuesto del Congreso informa que entre 1980 y 2007 el ingreso después de impuestos prácticamente se triplicó para el 1% de los hogares de mayores ingresos, pero creció tan solo el 22% para el 20% de los hogares de menores ingresos.
Las investigaciones recientes se han focalizado en la vinculación entre la desigualdad de ingresos y el crecimiento, pero se ha prestado menos atención a la vinculación entre la desigualdad y el ahorro. Por eso, junto con algunos colegas hemos tratado de ver de qué manera la distribución del ingreso está vinculada al comportamiento ahorrista.
Las tasas de ahorro son importantes porque son un factor relevante para las perspectivas económicas de Estados Unidos. La caída de la tasa de ahorro en los años anteriores a la crisis (del 10% después de impuestos en 1980 al 1,5% en 2005) es la contrapartida del auge insostenible del gasto de consumo durante los años de la burbuja de precios. Después de la crisis, la abrupta desvalorización de las viviendas y los activos financieros, así como las dificultades para obtener nuevos créditos, forzaron a las familias estadounidenses a ahorrar más y recomponer su patrimonio. El consiguiente aumento de la tasa de ahorro, que se situaba en el 4% en el segundo trimestre de 2012, es una razón importante que explica por qué la recuperación tras la recesión de 2008–09 ha sido lenta.
Por lo tanto, en nuestro estudio analizamos cuál es el tipo de hogares que antes de la crisis hacían que la tasa de ahorro bajara y aquellos que hacían que subiera, a fin de permitirnos evaluar mejor el potencial de crecimiento futuro en Estados Unidos.
Tendencias del ahorro antes de la crisis
A fin de analizar el comportamiento de los distintos hogares utilizamos el Estudio de Panel sobre Dinámica del Ingreso, un conjunto de datos de reconocida calidad que recoge información sobre los mismos hogares a lo largo del tiempo. Nuestra observación fundamental es que en los hogares cuyo ingreso creció menos de manera consistente las tasas de ahorro se redujeron más y las deudas hipotecarias aumentaron más antes de la crisis. También observamos que los hogares de este tipo contribuyeron en considerable medida a la disminución general de la tasa de ahorro.
Por ejemplo, los hogares en el tercil inferior de la distribución del crecimiento del ingreso en el período 1999–2007 explican la mitad de la caída de la tasa global de ahorro en el mismo período. Esta observación es sorprendente dado que la teoría económica hubiera predicho que los hogares ahorran menos cuando sus ingresos se reducen de manera temporal, pero no cuando la reducción es muy persistente. En cambio, no observamos un fuerte descenso de las tasas de ahorro de las familias con niveles de ingreso consistentemente más bajos; sus tasas de ahorro siempre han sido más bajas que las tasas de ahorro de las familias con ingresos más altos.
Nuestros resultados llevan a pensar que los hogares decepcionados por el escaso crecimiento de su ingreso trataron de preservar su nivel de vida en los años de auge utilizando el capital inmobiliario acumulado. Al tomar esta decisión no previeron la posterior corrección de los precios inmobiliarios, el deterioro de la economía y la caída de sus ingresos. La disponibilidad inmediata de crédito mediante segundas hipotecas permitió a los hogares cuyos ingresos crecían poco mantenerse, por lo menos de manera temporal, “a tono con los vecinos”; en otras palabras, la desigualdad de consumo se mantuvo en un nivel menor que la desigualdad de ingreso. Cuando posteriormente el mercado inmobiliario se desplomó, estos hogares, ya afectados por el hecho de que sus ingresos eran los que menos crecían, se encontraron en una situación de mayor vulnerabilidad, con altos niveles de endeudamiento.
Otra observación interesante es que la caída de las tasas de ahorro fue mayor en el caso de los hogares en el tercil de menor crecimiento del ingreso que en el tercil de los hogares beneficiados por el mayor aumento de los precios inmobiliarios. Basándonos en esta observación, parece justificado analizar también si la caída de la tasa de ahorro antes de la crisis obedece más a que se redujeron las oportunidades —aferrarse al último salvavidas para evitar un mayor deterioro del nivel de vida— que al hecho de que los ganadores en la “lotería inmobiliaria” consumieron sus ganancias extraordinarias.
Tendencias del ahorro después de la crisis
¿Cómo les fue a los hogares después de la crisis? Observamos que los que dependían más de la riqueza inmobiliaria y los que estaban más endeudados inmediatamente antes de la crisis de hecho incrementaron su ahorro de manera drástica después de la crisis. Con todo, dado que esta abrupta corrección se produjo partiendo de una situación de tasas de ahorro muy bajas e incluso negativas, estos hogares aún no han logrado reducir significativamente su deuda y sanear sus balances. Por lo tanto, estos hogares posiblemente se enfrenten a perspectivas sombrías en cuanto a su consumo futuro.
En conjunto, nuestros resultados muestran claramente que el menor crecimiento del ingreso para algunos segmentos de distribución del ingreso está vinculado a la caída de las tasas de ahorro y al creciente endeudamiento de las familias estadounidenses. Asimismo, los hogares que al estallar la crisis tenían una situación patrimonial más precaria han logrado avances limitados en la recomposición de su patrimonio neto (la diferencia entre los activos financieros y no financieros de los hogares y su deuda) ahorrando de manera activa parte de sus ingresos.
De hecho, estudios recientes sobre las finanzas familiares muestran que, en 2010, como mínimo la mitad de las familias estadounidenses tenían un patrimonio neto menor (ajustado por inflación) que veinte años antes (la mediana de las familias americanas tenía en 2010 un patrimonio neto de US$77.000, en comparación con US$126.000 en 2007 y US$79.000 en 1989). Los datos muestran también que la proporción de la población que ahorraba una parte de sus ingresos cayó de 54,6% a 52% entre 2007 y 2010.
A menos que sus ingresos y los precios inmobiliarios registren un fuerte repunte, muchos hogares deberán mantener niveles de ahorro más altos para recomponer su riqueza, lo cual reduce la probabilidad de que el consumidor estadounidense dinamice el crecimiento en Estados Unidos.