(Versión en English)
“Cuando uno habla de las instituciones, en realidad está hablando de la gente”. Estas palabras, pronunciadas por el Presidente del Banco Central de Kosovo, Gani Gergüri, en una conferencia celebrada hace poco en Viena, reflejan una verdad importante que a menudo pasamos por alto los economistas cuando hablamos del tema: sin instituciones sólidas, es muy difícil lograr un crecimiento económico sustentable.
Y la calidad de esas instituciones depende de la calidad de la gente que las dirige: su formación académica y profesional, el clima de negocios y el espíritu de la formulación de políticas.
El trabajo de Douglass North y la corriente de pensamiento conocida como la Nueva Economía Institucional nos han enseñado que las diferencias en las instituciones profundas —definidas como las reglas formales e informales de las interacciones económicas, políticas y sociales— originan diferencias sostenidas del desempeño económico. Esa es también la tesis central de la fascinante nueva obra de Acemoglu y Robinson titulada Why Nations Fail.
Las instituciones económicas y políticas incluyentes (en contraposición a las extractivas) son fundamentales para los esfuerzos de una nación por evitar el estancamiento y alcanzar una prosperidad sostenida. Dicha prosperidad consiste en un proceso dinámico de innovación constante y un ciclo eterno de destrucción creativa popularizado por Schumpeter, que solo puede estar respaldado por instituciones abiertas e incluyentes. Esa tesis se ajusta indudablemente a la variada experiencia que han vivido los países de Europa central, oriental y sudoriental bajo el régimen comunista y durante las dos últimas décadas.
La crisis que está atravesando la zona del euro también pone de relieve la importancia de la coherencia de las instituciones económicas y políticas a todo nivel de desarrollo económico. Las debilidades de las instituciones macroeconómicas y estadísticas nacionales de los países supuestamente avanzados fueron el factor que gestó la crisis, sobre todo en Grecia. Y la falta de instituciones fiscales y regulatorias que sirvan de apoyo a nivel europeo —y que requieren el avance de la integración política— está detrás de la constante ansiedad de los mercados en torno a la moneda común europea.
Para el FMI, las instituciones son un tema serio. Lo que nos enseñaron la transición y la crisis actual es que descuidarlas es peligroso. Esa es la razón por la cual el FMI creó hace poco el Instituto de Capacitación.
La idea es examinar nuestra labor de desarrollo de las capacidades con una visión holística e ir elaborando una estrategia en este ámbito que se aplique a nivel de toda la institución.
Hacer un balance
El FMI auspició, junto con el gobierno austríaco, una conferencia en Viena para replantearse cómo ayudar a sus 188 países miembros a formar profesionales preparados y fortalecer instituciones que puedan rendir cuentas del suministro de bienes públicos, como una moneda estable, una recaudación impositiva eficiente y datos fidedignos.
La conferencia marcó el vigésimo aniversario del Instituto Multilateral de Viena (IMV), un centro de capacitación financiado por el FMI y Austria en el que también participan otras instituciones internacionales.
El IMV es el núcleo de las actividades de fortalecimiento de las capacidades que lleva a cabo el FMI desde su creación en 1992, tres años después de la caída del muro de Berlín. Durante las dos últimas décadas, casi 30.000 funcionarios de todo nivel ―de Belarús a Bulgaria, Mongolia a Montenegro y Ucrania a Uzbekistán― han recibido en el IMV capacitación de algún tipo en economía y finanzas aplicadas. Muchos exalumnos estuvieron presentes en la conferencia, que reunió a más de 140 autoridades nacionales y académicos para dialogar sobre las lecciones de la crisis económica internacional, los retos que enfrentan los países de Europa central, oriental y sudoriental, y las implicaciones que esto podría tener para la formación y el desarrollo de las capacidades.
Un nuevo enfoque hacia la gente y las instituciones
Las áreas de capacitación que recibirán prioridad dependerán a las claras de numerosos factores: el nivel de desarrollo económico del país, su grado de integración con la Unión Europea u otras estructuras regionales, y otras circunstancias individuales.
Esta heterogeneidad pone en primer plano la necesidad de enfoques de formación y desarrollo de las capacidades que estén mejor adaptados, mayor coordinación entre la asistencia técnica y la capacitación, y una integración más estrecha entre la formación y las estrategias nacionales de desarrollo de las capacidades.
Una manera de avanzar en esa dirección es yendo más allá de las evaluaciones de las actividades de formación y desarrollo de las capacidades en términos del perfeccionamiento de las aptitudes de los participantes y examinar el impacto de la formación en la capacidad de las unidades y las organizaciones para llevar a cabo sus funciones. Esto nos exigirá pensar con creatividad en la manera de lograr que la capacitación y la asistencia técnica estén mejor pensadas en función de la demanda y observar en qué medida las unidades y las organizaciones aprovechan a los beneficiarios de la capacitación. Asimismo, tendremos que encontrar nuevas maneras de explotar las sinergias entre la asistencia técnica y la capacitación.
Indudablemente, tendremos que hacer mucho más para aprovechar las posibilidades que ofrece el aprendizaje electrónico y no quedarnos rezagados. Mucha gente informada piensa que estamos a las puertas de una revolución de la educación a través de Internet.
La web nos permitiría llegar a los muchos funcionarios que no pueden viajar a Washington ni a los centros regionales de capacitación, y preparar mejor a los que pueden asistir a los cursos. Es posible que, en comparación con nuestro enfoque tradicional, incluso nos permita explicar de mejor manera las finalidades y las políticas del FMI a un público más amplio, como la sociedad civil.
Otra dimensión importante del desarrollo de las capacidades es el aprendizaje que tiene lugar fuera de los cursos formales, en reuniones pequeñas, informales y de alto nivel entre homólogos. Nos interesa estudiar la manera en que el IMV ―y los demás centros de capacitación que el FMI ha fundado en el mundo entero― puede formar parte de esta red, e ir más allá de los cursos tradicionales de dos semanas de duración para organizar seminarios flexibles y dedicados especialmente a temas de interés para las altas autoridades.
Nuestra intención también es afianzar nuestro programa de divulgación para la sociedad civil, la prensa, los parlamentarios, los estudiantes y el público en general.
Asimismo, tenemos que incorporar a la capacitación que ofrecemos corrientes de pensamiento que no son tradicionales. La crisis está forzando un replanteamiento de las doctrinas y las políticas económicas.
Están volviendo a ver la luz viejas lecciones, y se están corrigiendo los libros de texto sobre la estabilización macroeconómica, los modelos de crecimiento y las modalidades de supervisión y regulación del sector financiero. En nuestros cursos de capacitación ya participan expertos que presentan puntos de vista diferentes.
Pero tenemos que hacer todo esto de manera más sistemática para que los programas de capacitación reflejen las corrientes de pensamiento no convencionales que están tomando cuerpo.
Marcar una diferencia
En resumen, tenemos mucho por hacer. Además del diálogo fructífero y de las numerosas ideas que volcaron los participantes en la conferencia de Viena, lo que realmente me impresionó a título personal fue el desbordante entusiasmo que manifestaron muchos exalumnos del IMV por la formación que recibieron después de la caída del comunismo y durante los arduos años de transición que le siguieron.
El Gobernador Gergüri lo expresó con especial elocuencia: “Era la primera vez que salía del país y aún lo recuerdo vivamente. Fue exactamente hace 10 años aquí, en Viena, en esta ciudad tan llena de música. Vine a tomar el curso de tres semanas sobre estadísticas monetarias y financieras. Rebosaba de entusiasmo porque estaba abriendo una puerta pequeña a grandes oportunidades para mi institución, y de hecho así comencé a hacer mi carrera.”
Desarrollar a la gente y desarrollar instituciones: eso es lo que esperamos poder seguir haciendo —cada vez mejor— en el FMI, en colaboración con los países que reciben asistencia técnica y capacitación, y con los numerosos donantes del mundo entero cuyo respaldo financiero nos permite brindar estos servicios.