Las economías más pequeñas de América Latina y el Caribe afrontan un desafío de inflación mayor
19 de septiembre de 2022
La menor diversificación de la economía, la mayor dependencia de las importaciones y los niveles más altos de deuda pública hacen que luchar contra la inflación sea más difícil.
Dada la alta inflación en América Latina y el Caribe (ALC), el impacto sobre los ingresos reales y el poder adquisitivo sigue siendo un desafío importante, en especial para los más vulnerables. Para estudiar esta desafío desde la perspectiva de las economías más pequeñas de ALC, analizamos la dinámica reciente de la inflación en tres subgrupos de economías pequeñas. América Central, Panamá y la República Dominicana (CAPRD); la región del Caribe; y las economías más pequeñas de América del Sur: Bolivia, Ecuador, Paraguay y Uruguay.
Nuestro trabajo muestra que la alta inflación es un desafío más importante para las economías más pequeñas porque están menos diversificadas, dependen más de las importaciones y tienen a su disposición instrumentos de política económica más limitados. Los hogares más pobres son los que más se han visto afectados, y la inseguridad alimentaria está aumentando. Muchos de estos países tienen tipos de cambio fijos y no tienen una política monetaria independiente. Así pues, han tenido que inclinarse por medidas fiscales temporales, de las cuales aproximadamente la mitad han sido dirigidas a los más vulnerables. Los países donde ya existían subsidios considerables han introducido medidas de menor magnitud.
La inflación al alza
Durante el primer semestre de 2022, la inflación alcanzó niveles no observados en varias décadas en muchos de estos países. Los últimos datos de inflación disponibles para agosto muestran que la inflación general anual superó 9 por ciento en la región de CAPRD y 6 por ciento en las economías más pequeñas de América del Sur. En la región del Caribe, alcanzó casi 6 por ciento en marzo. La inflación subyacente mostró tendencias similares, manteniéndose en niveles más bajos que la inflación general al eliminar los precios de los alimentos y la energía.
Las economías más pequeñas suelen estar menos diversificadas y depender más de las importaciones, lo que las hace más susceptibles a las presiones inflacionarias derivadas del aumento de los precios de las importaciones. Asimismo, los alimentos y el combustible, cuyos precios han experimentado incrementos fuertes desde el inicio de la guerra en Ucrania, representan un porcentaje mayor en la canasta de consumo de estas economías.
Los países más pequeños también tienen a su disposición instrumentos de política económica más limitados. Suelen tener regímenes de tipo de cambio menos flexibles y, por tanto, se apoyan menos en los ajustes del tipo de cambio. Muchos de los países pequeños registran altos niveles de deuda pública y diferenciales elevados de los bonos soberanos, un legado en parte de la pandemia de COVID-19. Dados los altos niveles de deuda pública, las economías más pequeñas tienen un menor espacio fiscal y opciones de política económica más limitadas.
Los más pobres son los más afectados
La ola actual de inflación está dañando más a los pobres, dado el rápido incremento de los precios de los alimentos. Las estimaciones de inflación en los distintos quintiles de ingreso en la región de CAPRD muestran que, en los últimos meses, los quintiles más pobres han afrontado tasas de inflación considerablemente más altas que los quintiles más ricos. El principal factor impulsor de esta discrepancia ha sido el incremento de los precios de los alimentos. Esto puede agravar la inseguridad alimentaria, que ya había aumentado durante la pandemia.
La respuesta a los shocks globales dadas las restricciones internas
Muchos países de todo el mundo han implementado medidas para mitigar el impacto del aumento de los precios mundiales de la energía y los alimentos en la economía nacional, en especial tras el comienzo de la guerra en Ucrania. Para evaluar la magnitud de estas medidas, estimamos la respuesta de los precios internos de los combustibles a una variación de 1 por ciento en los precios internacionales de los combustibles, es decir, el efecto de traspaso de los precios internacionales a los precios internos de los combustibles. Encontramos que el efecto de traspaso de los precios internacionales a los precios internos de los combustibles ha disminuido desde alrededor de 1 antes de la guerra (es decir, los precios internos se movieron prácticamente uno a uno con los precios internacionales, en promedio, durante 2015-2021) hasta aproximadamente 0,8 tras el comienzo de la guerra. Se ha observado un descenso similar en el efecto de traspaso de los precios internacionales a los precios internos de los combustibles en los países pequeños de ALC.
Son varias las restricciones que han afectado las respuestas de política económica. Muchas economías pequeñas de ALC tienen regímenes de tipo de cambio fijo y, por tanto, menor flexibilidad de la política económica para hacer frente al impacto del shock de precios. Solo algunas de estas economías han aumentado las tasas de política monetaria para contener los efectos de segunda ronda y mantener ancladas las expectativas de inflación. Para mitigar el impacto del aumento de los precios mundiales de la energía y los alimentos, han implementado medidas de política fiscal discrecionales, la mayoría de las cuales se anunciaron como temporales y alrededor de la mitad de ellas dirigidas a los más vulnerables.
La magnitud de las medidas fiscales ha variado según las economías: ha sido mayor en las economías con ponderaciones más altas de los alimentos y el transporte en la canasta de su índice de precios al consumidor (IPC), redes de protección social más débiles o ingresos per cápita más bajos.
El enfoque en las nuevas medidas y sus costos ofrece un panorama parcial, ya que algunos países ya contaban con amplios subsidios a los alimentos y el combustible. Al comparar los subsidios existentes a la energía o los alimentos con el costo de las nuevas medidas, observamos que los países donde ya existían subsidios considerables han introducido medidas de menor magnitud.
Prepararse para la posibilidad de un shock inflacionario más duradero
Las autoridades económicas deben prepararse para la posibilidad de un shock inflacionario de larga duración. Dada la incertidumbre en torno a la intensidad y la duración del shock, los siguientes principios generales pueden ayudar a las autoridades económicas a navegar en estos tiempos turbulentos: i) los precios internos deben ajustarse a los precios internacionales, mientras se provee apoyo temporal y focalizado a los más vulnerables; ii) si no es posible aplicar medidas focalizadas, los mecanismos de suavización de precios con claras estrategias de salida podrían ser útiles mientras se fortalecen las redes de protección social; y iii) se debe considerar medidas compensatorias de gasto o impuestos para limitar el impacto fiscal general.
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Emine Boz es Asistenta del Director del Departamento del Hemisferio Occidental.
Ilan Goldfajn es Director del Departamento del Hemisferio Occidental.
Jaime Guajardo es Subjefe de División en el Departamento del Hemisferio Occidental del FMI.
Metodij Hadzi-Vaskov es el Representante Residente Regional del FMI para América Central, Panamá y la República Dominicana.