Hermanos y hermanas: Hay mucho que hacer, Christine Lagarde, Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional

9 de octubre de 2015

Christine Lagarde, Directora Gerente del Fondo Monetario Internacional
Sesión plenaria de las Reuniones Anuales del FMI y el Banco Mundial de 2015
9 de octubre de 2015

TEXTO PREPARADO PARA LA INTERVENCIÓN

Introducción

Presidente Humala, Presidente Bedoumra, Presidente Kim, Gobernadores, invitados de honor: Estoy encantada de estar aquí hoy y doy mi bienvenida a las Reuniones Anuales del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. ¡Bienvenidos!

Hablo en nombre de todos cuando agradezco al Gobierno y al pueblo del Perú por su gran hospitalidad. ¡Muchas gracias!

Hoy, Lima es la primera ciudad de América Latina sede de las Reuniones Anuales en casi cincuenta años. Esto confirma el dicho “las cosas buenas vienen a aquellos que esperan”.

Lima es la primera ciudad de América Latina sede de las Reuniones Anuales en casi 50 años. Ha pasado mucho tiempo, pero también significa que Perú ya no es lo que llamaríamos un "país del futuro", sino un "país del presente". Perú, una de las economías de América Latina que más rápido ha crecido en los últimos años, tiene la oportunidad de desplegar su inmenso potencial y generar una mayor prosperidad para todos los peruanos.

Por supuesto, no hay que dar nada por sentado. Estar en el presente significa abordar los nuevos grandes retos y limitaciones. La incertidumbre en torno a la economía mundial está en la mente de las autoridades económicas de todos los países, incluido Perú.

Ya no estamos en una crisis económica, pero estamos en tiempos de cambios. Los viejos paradigmas han perdido su vigencia y emergen nuevas relaciones económicas. Esto implica que también es el momento de las oportunidades y la acción.

Quien muy bien plasmó esta atmósfera es el gran poeta peruano César Vallejo. Me encanta como cierra uno de sus poemas más conocidos con el mensaje de que todo es posible:

Hay, hermanos, muchísimo que hacer.”

Efectivamente, hermanos, y hermanas, ¡hay mucho que hacer! Estamos reunidos aquí, en este fantástico nuevo centro de convenciones, para demostrar al mundo que estamos preparados para el cambio. Que es posible.

La razón de ser del FMI y el Banco Mundial —de nuestros países miembros— es trabajar mano a mano para abordar estos nuevos retos, como tantas veces lo hemos hecho.

Examinemos cómo en este cambiante panorama mundial, tanto América Latina como el

FMI están en período de transición y de ajuste frente a estos nuevos desafíos.


1. El cambiante panorama mundial

Comencemos por el panorama mundial, marcado actualmente por la incertidumbre, la transición y unos equilibrios delicados.

Incertidumbre porque este año el crecimiento mundial seguramente será más débil que el anterior —del 3,1%, frente al 3,4% el año pasado—, y solo registrará una modesta aceleración hasta el 3,6% en 2016, muy por debajo de lo necesario para avanzar significativamente en materia de desempleo y pobreza.

Transición, por ejemplo en China, donde se está adoptando un nuevo modelo de crecimiento, o en Estados Unidos, donde se espera un cambio de orientación de la política monetaria.

Ambas transiciones son necesarias y saludables, pero tienen un impacto en otros países a través del comercio, los tipos de cambio, los mercados de activos y los flujos de capital. Son los llamados efectos de contagio. Los países de mercados emergentes y de bajo ingreso con una fuerte dependencia de los ingresos procedentes de las materias primas se verán afectados especialmente.

Pero aunque estas incertidumbres y transiciones parezcan desalentadoras, en mi opinión pueden gestionarse con la adecuada combinación de políticas para respaldar la demanda, fortalecer la estabilidad financiera y aplicar reformas estructurales. Todo ello son unos equilibrios delicados necesarios.

Sin embargo, puede que, a la vez, no resulte suficiente. Por esta razón, durante estas Reuniones he venido reclamando mejoras concretas de las políticas.

Por ejemplo, los bancos centrales de las economías avanzadas deberían tomar debidamente en consideración los riesgos de efectos de contagio generados por sus decisiones de política, y las economías emergentes deberían abordar con firmeza la acumulación de apalancamiento empresarial y deuda externa.

Confío en que, sobre la base del reciente Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica, logremos volver a poner en marcha el motor calado del comercio mundial.

Estas mejoras conseguirán aumentar la resiliencia de la economía mundial frente a la incertidumbre creciente a la cual nos enfrentamos actualmente. De todos modos, aunque nos centremos en las medidas de política a corto plazo, no debemos perder de vista los cambios más amplios que se producen en el panorama mundial.

Si me lo permiten, recurriré a una analogía: Vistas en el terreno, las antiguas líneas de Nazca, al sur de Perú, parecen un conjunto de zanjas poco profundas. En cambio, vistas desde el aire dibujan una forma. La forma del colibrí —que ven en la pantalla— está profundamente arraigada en le cultura peruana, y también es el símbolo de nuestras Reuniones Anuales.

Asimismo, para poder entender las líneas de Nazca mundiales que conformarán nuestro futuro económico y, por tanto, el destino de miles de millones de personas en todo el mundo, debemos adoptar una perspectiva amplia.

Algunas de estas líneas son obvias. Una es el cambio climático. Todos los países deben integrar sus consecuencias en sus marcos macroeconómicos. La fijación de precios de la energía es fundamental: el FMI ha proyectado subsidios energéticos mundiales por valor de US$5,3 billones para 2015, lo que equivale al 6,5% del PIB, una cifra asombrosa que debe reducirse en los próximos años. Es evidente que para hacerlo bien, hay que fijar bien los precios, y ahora es el momento de eliminar los subsidios porque los precios de la energía son bajos.

Otra línea de Nazca son las innovaciones tecnológicas. Como parte del acuerdo sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), la comunidad internacional se ha comprometido a proporcionar Internet a todo el mundo antes de 2020. Imaginen lo que puede conseguirse si todo el mundo tiene acceso a educación en línea, información sanitaria, una cuenta bancaria, etcétera. Las posibilidades son infinitas. El reto consiste en hacerlas realidad.

Por supuesto, una de las líneas de Nazca que hoy día todos tenemos en mente es la migración. Debemos actuar ahora para solucionar la desoladora crisis de los refugiados procedentes de países devastados por la guerra. Aplaudo a todos aquellos que han tomado las riendas de la situación, así como a todos aquellos que, sobre el terreno, trabajan día y noche para ayudar.

El FMI cumplirá su parte a través de nuestro análisis económico de los problemas, tanto en los países de origen como en los de acogida, así como a través del respaldo fiscal a países miembros sometidos a tales presiones, como ya hemos hecho, por ejemplo, en Iraq y Jordania.

Otra línea de Nazca, estrechamente vinculada a la migración, es el cambio demográfico. Pensemos en Oriente Medio, donde un tercio de la población tiene entre 15 y 29 años. No es de extrañar que tantos de estos jóvenes crean que lo único que pueden hacer es marcharse a buscar trabajo.

O la menguante población en edad de trabajar en las economías avanzadas —sobre todo en Europa—, que quizá necesiten atraer a más talentos extranjeros para colmar sus reservas de trabajadores calificados.

Ya sea que la población envejezca o que crezca rápidamente, una cosa está clara: las economías tendrán que adaptarse.

Uno de los principales factores de ayuda —como confirman estudios recientes del FMI— es el empoderamiento de la mujer para aumentar su participación en la economía. Tanto si buscan mitigar los efectos de la disminución de la fuerza laboral o generar empleo mediante la creación de pequeñas o medianas empresas, ningún país puede darse el lujo de hacer caso omiso de lo que las mujeres aportan a sus economías.

El cierre de la brecha de género será un elemento de cambio real para la economía mundial.

Muchos de ustedes personifican otra de las cuestiones que en mayor medida conformará el futuro: el papel dinámico de las economías emergentes.

Estos países ayudaron a salvar la economía mundial del borde del abismo de otra Gran Depresión hace unos años. Juntos representan casi el 80% del crecimiento mundial de los últimos cinco años, y generan ahora más de la mitad de la producción mundial.

Solo los pesimistas más gruñones apostarían en contra del éxito a largo plazo de los mercados emergentes. Pero aun así —como reconocen los propios mercados emergentes— no será fácil desafiar los vientos de incertidumbre y efectos de contagio que soplan en la actualidad.

El cambiante panorama en América Latina ayuda a explicar esa historia.


2. La cambiante América Latina

De Tijuana a Tierra del Fuego se extiende una región increíblemente diversa —económica, política y culturalmente hablando. Nadie duda de que representa la diversidad del universo de mercados emergentes que, en muchos aspectos, ya no encaja en una única etiqueta.

América Latina simboliza también los cambios de los cuales hemos sido testigos en tantos mercados emergentes durante las dos últimas décadas.

Uno fue la adopción de marcos de política más sólidos, lo que permitió a muchos países beneficiarse plenamente del incremento de los precios de las materias primas, el auge del comercio internacional y las favorables condiciones financieras mundiales.

El segundo cambio se produjo durante la crisis financiera mundial. Las autoridades económicas respondieron con medidas enérgicas y anticíclicas. Una vez más, América Latina demostró que es capaz de hacer lo correcto en el momento oportuno.

Como consecuencia, la mayoría de los países registraron un crecimiento más fuerte y una inflación inferior, y también un progreso social tangible: los niveles de desigualdad del ingreso y la pobreza presentan un acusado descenso desde hace más de una década.

¿Cuál es el resultado? Que esta ya no es la América Latina en que vivieron sus abuelos. Es una región nueva, que se enfrenta ahora a nuevos desafíos.

La buena noticia es que, al igual que otros mercados emergentes, en general América Latina está ahora mejor preparada para afrontar los vientos de cambio. La noticia no tan buena es que, como ocurre también en otros países, hay dudas en torno a la capacidad de la región para amortiguar shocks, es decir la caída de precios de las materias primas, el esperado aumento de las tasas de interés en Estados Unidos y la volatilidad de los flujos de capital.

Por este motivo, la confianza en las políticas y sus responsables es esencial. La prioridad de la mayoría de los países es reforzar los marcos de política, porque sabemos que serán puestos a prueba.

Esto implica usar la política fiscal de forma responsable y reencauzar la creciente deuda pública en una senda sostenible. Implica también utilizar la política monetaria de forma juiciosa y reducir los amplios déficits en cuenta corriente.

De todos modos, una vez más, puede que no baste. Antes he hablado de "mejorar las políticas" atacando la acumulación de apalancamiento y deuda externa en las principales empresas. Es fundamental llevar a cabo un seguimiento de estas exposiciones a divisas, como también lo es aumentar la resistencia de los bancos. Así se reducirán los riesgos a la baja y se fortalecerá la estabilidad financiera.

La mayoría de los países de la región deben seguir adelante con las reformas estructurales, para diversificar su economía, impulsar el crecimiento y desplegar por completo el potencial de todo su pueblo.

Pero ¿cómo puede conseguirse?

En primer lugar, aumentando la inclusión. América Latina —a pesar de los últimos avances registrados— sigue siendo la región con las mayores desigualdades del mundo. El FMI ha sostenido que la reducción de la desigualdad excesiva no es solo una buena política social, sino también una buena política económica. Nuestros estudios muestran que un incremento de 1 punto porcentual de la participación del 20% más pobre en el ingreso permite aumentar el crecimiento en unos 0,4 puntos porcentuales.

Quiero recalcar en particular el inmenso potencial de los pueblos indígenas de América Latina. Durante mi última estadía en Perú, conocí a Maximiliana Taco. Vivía en una pequeña aldea de Ayacucho y había tenido una vida difícil. Sin embargo, me contó que al día de hoy cultiva su tierra y se gana la vida, se desenvuelve bien en el aspecto financiero y ha podido formarse gracias a un programa gubernamental llamado “Haku Wiñay—Mi Chacra Emprendedora".

Hay millones de Maximilianas en el mundo esperando poder desplegar su potencial.

Los recursos naturales son otro activo importante que, si se gestiona bien, puede transformar la región para las generaciones futuras. No obstante, con demasiada frecuencia, se han pasado por alto las necesidades de las comunidades afectadas, su cultura, su dignidad. Con demasiada frecuencia no se ha tenido en cuenta el imperio de la ley. Y, con demasiada frecuencia, la transparencia y el buen gobierno han sido demasiado débiles. Esto hay que cambiarlo.

El último ámbito con un potencial enorme del que les quiero hablar es la inversión en infraestructura. No puedo sino describirlo con las palabras de Mauricio Tong, un estudiante de 23 años de la Universidad del Pacífico y el ganador del Concurso de Ensayos del FMI en Perú.

Lo que Mauricio escribió sobre su país vale para toda la región:

“Para 2025 veo a mi país interconectado por un sistema de transporte terrestre de excelentes condiciones, útil, competitivo y prestigiado a nivel internacional, así como una vez lo fueron nuestros Caminos del Inca. Veo nuestra “exótica” papaya en los mercados europeos porque pudo salir a tiempo de la Amazonía. Veo que nuestro pescado marino está, no por primera vez, en la mesa de los hogares de la Sierra. Veo que hay profesores calificados en las escuelas, así como médicos especialistas en los hospitales de las comunidades más remotas. Veo a turistas viajando sin problemas a sus destinos y viendo más de las muchas bellezas que tenemos en distintas ciudades de nuestro país. Por todo esto, veo desarrollo, veo al Perú creciendo y lo veo unificado y conectado como uno solo”.

Ahora que América Latina llega a un punto de inflexión, el desafío que nos plantea Mauricio es hacer realidad su sueño, a cristalizar todo el potencial de la región.

Hay, hermanos y hermanas, muchísimo por hacer.


3. El cambiante FMI

Les he hablado de un nuevo panorama mundial y de los vientos de cambio que soplan en todo el mundo, también en América Latina. Si algo está claro es que esta es la naturaleza de los retos a los que nos enfrentamos: desde los efectos de contagio económicos hasta el cambio climático, no hay país que pueda abordarlo solo, y la cooperación es clave.

He reclamado un "nuevo multilateralismo", un entramado más resistente y dinámico que combine hebras nuevas, como grupos de la sociedad civil, centros de investigación y sindicatos, e instituciones internacionales revitalizadas.

El FMI se sitúa en el corazón de este nuevo multilateralismo, lo cual me conduce al último tema que deseo tratar: el cambiante FMI.

Sí, esta ya no es la América Latina en que vivieron sus abuelos. Y este tampoco es el FMI que conocieron sus abuelas.

El FMI ha ido cambiando de forma dinámica en los últimos años. El equipo gerencial y yo agradecemos profundamente el respaldo que han prestado a nuestra iniciativa.

De cara al futuro, imagino un FMI todavía más fuerte, capaz de abordar mejor las necesidades de nuestros 188 países miembros. Dicha visión descansa en tres objetivos: agilidad, integración y atención centrada en los países miembros.

En inglés, sus primeras letras dan lugar a la palabra "AIM" (objetivo), lo cual me parece muy indicado.

En primer lugar, más agilidad. A comienzos de este año, el FMI actuó con celeridad para prestar a los países afectados por el ébola alivio de la deuda y apoyo económico por valor de más de US$400 millones. Gracias a un enfoque innovador pudimos prestar "efectivo bancario" para ayudar rápidamente a estos países a combatir esta devastadora enfermedad.

Otro ejemplo de esta agilidad es nuestro respaldo a los ODS. No solo estamos ampliando el acceso a todos nuestros servicios de préstamos concesionarios en un 50%, sino que también mantenemos la tasa de interés cero para los países afectados por grandes shocks y desastres.

Estamos adoptando medidas para infundir esta nueva agilidad en el FMI. Les prometo que estaremos preparados para abordar los retos del futuro. No les dirán: “No es así como hemos venido haciéndolo”, sino “¿de qué otras formas les parece que podemos hacerlo?

En segundo lugar, un FMI más integrado. ¿Qué significa esto? Llegar a las conclusiones necesarias sobre los vínculos macrofinancieros y los efectos de contagio transfronterizos. Ampliaremos el foco de atención macrofinanciera en algunos de nuestros informes del Artículo IV de próxima publicación, por ejemplo sobre México, Brasil y Canadá. Y esto es solo el principio.

Además, profundizaremos nuestros análisis sobre las líneas de Nazca que forjan nuestro destino común. Por ello me comprometo a poner un énfasis más grande en la inclusión financiera, la desigualdad, el género y el cambio climático, donde nos centraremos en los aspectos macroeconómicos esenciales de dichas cuestiones. De este modo, podremos complementar la labor de nuestras instituciones asociadas, como el Banco Mundial.

En tercer lugar, deseo ver un FMI si cabe todavía más centrado en sus países miembros. El fortalecimiento de las capacidades es un buen ejemplo de ello. Tan solo en los últimos seis meses hemos prestado apoyo a 125 países. Con el fin de ofrecer capacitación y asistencia técnica de un modo todavía más eficaz, estamos ampliando el ámbito y el alcance de nuestras herramientas en línea.

También haremos más hincapié en los servicios orientados a nuestros países miembros de bajo ingreso, por ejemplo para movilizar mejor los ingresos nacionales, tan decisivos a la hora de abordar la pobreza e impulsar el crecimiento sostenible.

Y reforzaremos nuestra gestión del conocimiento para que las mejores prácticas sean más fácilmente accesibles para todos nuestros países miembros.

Nuestro objetivo "AIM" de volvernos más ágiles, más integrados y más centrados en nuestros países miembros no es tarea sencilla. Si trabajamos codo a codo, estoy segura de que podremos conseguirlo, y lo conseguiremos.

¿En qué se basa mi optimismo? Pues en que disponemos de un personal técnico fantástico, del mejor personal que podríamos tener, que ha estado a la altura de incontables retos en el pasado, y está dispuesto a repetirlo, y a hacerlo aún mejor.

Señores gobernadores, si me lo permiten, desearía rendir homenaje a sus representantes en el FMI, los Directores Ejecutivos que —unidos— aplican la sabiduría colectiva de todos nuestros países miembros al funcionamiento de esta institución.

Unidos, tenemos trabajo que hacer; unidos, estamos preparados; unidos, podemos hacerlo.

Conclusión

Para terminar, me gustaría dirigir mi atención a los jóvenes que nos acompañan hoy aquí.

Antes me he referido a Mauricio, que nos inspiró confianza con su sueño para Perú. A mi espalda pueden ver dos fotografías evocadoras: "Sonriendo al amanecer" de Ramón Martínez y "Sonriendo a la vida", de Juan Pablo Troncos. Son los ganadores de nuestro concurso de fotografía.

A través de sus palabras y de su arte, estos jóvenes expresan una confianza en el futuro —de Perú, de América Latina y del mundo. Estos jóvenes nos inspiran.

Hermanos y hermanas: ¡Sí, unidos, podemos hacerlo!

Quisiera concluir agradeciendo a todos ustedes, y agradeciéndoles a ellos:

Todos los finalistas, ¿les importaría ponerse de pie?

Gracias.

DEPARTAMENTO DE COMUNICACIONES DEL FMI

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